MADRID. El nuevo director de la Real Academia Española, Darío Villanueva, dejó hoy muy claro que la RAE "no hará nunca un Diccionario políticamente correcto" y no suprimirá por tanto algunas definiciones y acepciones por el mero hecho de que puedan resultar ofensivas para determinados colectivos.
Villanueva respondió con esas palabras a la queja que le ha transmitido la Defensora del Pueblo, Soledad Becerril, en un encuentro organizado por el Nuevo Foro de la Comunicación, sobre la acepción de la palabra "gitano" en el Diccionario que la identifica con "trapacero" (quien "con astucias, falsedades y mentiras procura engañar a alguien en un asunto").
En el turno de preguntas, Becerril afirmó que los gitanos "han ido cambiando, adaptándose a nuevas circunstancias y viviendo en países desarrollados, pero en el Diccionario subsiste una definición de 'gitano' que sería conveniente revisar", y así lo pide este colectivo.
El director de la RAE recordó que la Academia ha aportado ya a la oficina del Defensor del Pueblo "una amplia documentación" que justifica esa acepción y otras similares, dado que las palabras "sirven para requebrar, seducir, honrar, pero sirven también para insultar, ser injustos y canallas".
"No tiene sentido un Diccionario solo con las palabras bonitas; deben estar todas las que existen". Esa acepción de "gitano" ha sido revisada "profundamente, con todo el respeto y todo el cuidado, pero nunca haremos un Diccionario políticamente correcto", aseguró.
Villanueva indicó que, el pasado noviembre, la Academia emitió un comunicado en el que manifestaba su máximo respeto a la comunidad gitana y explicaba los criterios que sigue para mantener determinadas acepciones.
"Esas palabras existen y se usan, porque la lengua se utiliza también para ser injustos y canallas", decía el director de la RAE antes de señalar que "lo que no va a hacer la Academia" es lo que hicieron en el siglo XVIII los fundadores, que decidieron no incluir en el Diccionario de Autoridades "palabras indecentes".
"Esa censura no sería hoy comprensible y, además, el uso ofensivo del idioma no nace del lexicógrafo que recoge lo que se dice sino de la persona que utiliza la palabra que ofende", añadió.
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