Por JOSÉ A. CANO
En 1864, Charles Baudelaire se mudó a Bélgica para intentar vivir de dar conferencias y publicar con editores locales. Más de una década antes, otros intelectuales franceses, como Alejandro Dumas o Víctor Hugo, habían seguido el mismo camino con éxito huyendo del Golpe de Estado de Napoleón III. Sin embargo, él llegaba tarde, con la moda 'francesa' hace tiempo diluida en el país vecino y unas dotes para la oratoria inferiores a las de Dumas o Hugo.
La experiencia lo llevó a rozar la miseria, ya con más de 40 años y empeorando de la sífilis que arrastraba desde la juventud. Durante los dos años que permanece en el país, escribe con asiduidad a su madre y a sus amigos Ancelle y Manet, además de al editor Michel Lévy, anunciándoles su venganza de la sociedad belga que tan mal lo había acogido: 'Pobre Bélgica', una obra en la que retrata todos los tópicos de los franceses sobre sus vecinos del norte, pero que vende como un retrato de los vicios de la propia Francia.
Las lindezas que Baudelaire destila sin piedad son tales como "Los belgas son tan tontos que no están dispuestos a luchar por sus ideas. Bien distinto sería ante una subida del precio de la cerveza". O, aún mejor: "Estoy en contra de la anexión. Bastantes necios hay ya en Francia, [...] Pero no me opondría a una invasión y una razia, como en la Antigüedad, al estilo de un Atila. Todo lo bello podría ser llevado al Louvre. Nos pertenece de manera más legítima que a los belgas, ya que ellos no entienden nada de arte"
La obra queda casi inconclusa cuando en 1866, tras un primer ataque un año antes, sufre un colapso en la ciudad flamenca de Namur mientras visitaba una iglesia. Queda casi paralizado y su madre lo traslada un hospital de París, donde permanecerá ingresado más de un año, incapaz de hablar o valerse por sí mismo, pero aún lúcido. El resultado final de 'Pobre Bélgica' es un manuscrito de 33 capítulos, escritos en diferentes tipos de folios. En Francia no vio la luz de la imprenta hasta 1953, y hasta hoy se encontraba inédito en castellano.
A nuestro idioma ha llegado de manos de la editorial Valparaíso, radicada en Granada y especializada en poesía. Su editor, Javier Bozalongo, explica que hablamos de un libro "que podría decirse maldito, además de incompleto. Pero es el libro que cierra la obra del gran Baudelaire. Es su testamento literario. En sus notas se hace muy visible todo su proceso creativo".
El libro ha sido traducido y anotado por Pablo M. López Martínez y Marie-Ange Sánchez, incluye un amplio prólogo en el que se adentran en los últimos días del poeta, muy documentados gracias a la correspondencia que se conserva. Explica Bozalongo que ha sido una edición "muy compleja", trabajando a partir de los manuscritos originales que estaban desordenados. "Ha sido un trabajo muy riguroso que ha implicado el descubrimiento de varios poemas inéditos de Baudelaire en español que están en este libro".
Un trabajo que permite adentrarse en la torturada mente del genio, que en sus últimos días acumulaba el suficiente rencor contra sus conciudadanos, los vecinos o su odiada burguesía como para afirmar que el belga (o el francés) "es muy inclinado a alegrarse de la desgracia ajena. Lo cual resulta ser, por otro lado, un motivo de conversación, ya que ¡se aburre tanto! Devoción generalizada por la calumnia. Fui varias veces víctima suya".
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