lunes, 2 de febrero de 2015

Lara, el magnate de la comunicación que quería ser editor independiente.

Ni siquiera estaba predestinado a ocupar el cargo de presidente del Grupo Planeta.
BARCELONA. Tras la notoria figura del José Manuel Lara Bosch magnate de la comunicación y la edición se escondía un secreto deseo, ser un pequeño editor independiente.

En más de una ocasión José Manuel Lara, fallecido el sábado en Barcelona a los 68 años, había confesado que su verdadera pasión pasaba por ser director editorial de alguno de los pequeños sellos del grupo que había fundado su padre.

De hecho, ni siquiera estaba predestinado a ocupar el cargo de presidente del Grupo Planeta, una responsabilidad a la que se vio empujado cuando murió en accidente su hermano Fernando, aún vivo el patriarca José Manuel Lara Hernández.

En 1996, José Manuel Lara Bosch fue nombrado consejero delegado del Grupo Planeta tras haber adquirido una sólida formación en Ciencias Económicas y máster en la prestigiosa escuela de negocios Esade, y un gran conocimiento del mundo editorial, en el que su padre le había introducido desde muy joven.

Había iniciado su carrera profesional en 1963 en la Librería Larousse de París y después continuó su formación en diferentes responsabilidades dentro de las empresas del grupo, tanto en España como en Latinoamérica.

Ahora, el hijo del fallecido, el tercer José Manuel Lara de la saga familiar, podría convertirse en el nuevo referente de un imperio que inició su abuelo desde la nada en 1949.

No han faltado comparaciones de Lara Bosch con Rupert Murdoch, pues, como el magnate australiano, reunió bajo el mismo paraguas editoriales, librerías, periódicos, cadenas de televisión y de radio, productoras y distribuidoras de cine, coleccionables, formación, venta directa y enseñanza a distancia.

Además, aunque el grupo Planeta nació dentro de la tradición del papel, el malogrado editor tuvo que abrir su negocio hacia los contenidos y el soporte digital con la irrupción de las nuevas tecnologías.

Como buen jefe de ceremonias, no faltó nunca a su cita con los dos grandes galardones de su imperio editorial: el Premio Nadal, que el 6 de enero abre el año literario en España, y el Premio Planeta, el de mayor dotación de las letras hispanas, el de más fasto social y una ocasión que Lara Bosch aprovechaba para darse un baño de masas, para agradecer a la prensa su apoyo al mundo del libro.

Siempre supo escurrirse con habilidad de las preguntas sobre los posibles ganadores del Planeta diciendo que él era "uno más de los miembros del jurado".

Sea como fuere, bajo su mandato ganaron el Planeta firmas tan insignes como Carmen Posadas, Maruja Torres, Alfredo Bryce Echenique, Antonio Skármeta, Juan José Millás, Fernando Savater, Eduardo Mendoza, Lorenzo Silva, Álvaro Pombo o Rosa Regàs.

Lara aprovechó esa cita en los últimos años para condenar la piratería del libro, para instar a los sucesivos gobiernos españoles a aprobar una ley de mecenazgo.

Además, fue uno de los primeros en responder al órdago soberanista iniciado por el presidente de la Generalitat de Cataluña, Artur Mas, al amagar con llevarse fuera de esa comunidad autónoma la sede del Grupo Planeta.

Amante del bridge y de la Coca Cola light, Lara Bosch era un ávido lector, capaz de devorar cuatro libros en un fin de semana y treinta en vacaciones.

Estaba casado con Consuelo García, con la que se casó cinco meses después de conocerla en 1973 durante la entrega del Premio Ateneo de Sevilla. En una entrevista, su esposa había descrito al todopoderoso editor como un hombre esencialmente bueno: "Se le ve grande e importante y asusta por todo lo que tiene y tal, y en cambio tiene una sensibilidad tremenda".

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