martes, 10 de febrero de 2015

El mexicano Roberto Wong rompe el hartazgo con la imaginación en "París D.F".

Wong aterrizó en la capital francesa "persiguiendo el amor y persiguiendo a Hemingway".


MÉXICO. Las calles de París y del Distrito Federal se confunden y entrecruzan en "París D.F", la primera novela del mexicano Roberto Wong, que plantea la creación como "la manera de salir del hartazgo y la decepción" que nos da la rutina de la ciudad.

La superposición de los mapas de ambas ciudades fue la imagen de partida que necesitó Wong (Tampico, 1982) para dibujar una historia que nace de las "preocupaciones y absurdos" cotidianos, que tal vez tienen la posibilidad de convertirse.

"La rutina y sobre todo el hastío es algo común, no sé si es una enfermedad, pero es una especie de condición que penetra en las personas, que se dan cuenta de que en su vida están dejando otras cosas de lado", afirmó el autor en una entrevista con Efe.

Intentando llenar el espacio que todos vivimos entre "realidad y deseo", el protagonista de su novela, editada por Galaxia Gutenberg, se decanta por forjar "un París imaginario" en las calles de la Ciudad de México, como una manera de "ensanchar la vida".

Así, la Basílica del Sacré-Coeur coincide en el mapa urbano con la plaza de las Tres Culturas, el museo del Louvre con el Palacio de Bellas Artes y el Bois de Boulogne con el Bosque de Chapultepec.

"La creación como tal en el término amplio, no solo literario o artístico, es la justificación a los días y la manera que tenemos para romper con el absurdo de lo cotidiano", asegura Wong, quien ha construido su relato a través de "itinerarios donde el lector está involucrado", y que se mezclan con "la intuición y el azar".

A pesar de que lleva una década escribiendo en el ámbito privado y en talleres literarios, "París D.F", ganadora del I Premio Dos Passos a la primera novela, es su publicación debut, y en ella ha plasmado a París como una metáfora de su deseo de ser escritor.

Wong aterrizó en la capital francesa "persiguiendo el amor y persiguiendo a Hemingway", tras la lectura de "París era una fiesta" y sintiéndose "conectado con la generación perdida estadounidense".

La tradición latinoamericana, añade, también puso su punto de mira en la capital francesa "como una especie de acceso a la cultura, a la tradición, porque América es un continente joven y París sería una especie de arqueología del pasado, para buscar una conexión intelectual".

Tanto el Distrito Federal como París o "cualquier ciudad" es un "ejercicio de supervivencia y siempre un choque y encuentro con el otro": "A veces es desgarrador, como lo que sucedió con el ataque a la revista Charlie Hebdo, o como lo puede ser aquí con el tema de la corrupción, el crimen y demás".

La violencia en la ciudad se plantea como un "telón de fondo de la realidad" y en ocasiones ejerce como detonante de la acción, ya que "lo impregna todo".

Cortázar, Borges, Faulkner, Rulfo o Revueltas fueron algunos de los nombres que le hicieron sentir "que tenía que ser partícipe" de la "belleza" de la literatura, aunque subraya la dificultad que tienen los autores noveles para acceder al mundo editorial.

"Pareciera haber la norma no escrita de que para que te publique una editorial te tienen que haber publicado antes", opina el autor, quien continúa diciendo que, aunque los concursos literarios son la vía que les queda a los noveles para darse a conocer, "hay pocos enfocados a descubrir nuevas voces".

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