miércoles, 4 de febrero de 2015

El renacer de Patricia Highsmith.

Sus novelas y relatos son tan perturbadores como adictivos.

Murió hace 20 años en un pequeño pueblo de la montañosa Suiza donde vivía casi como una ermitaña. Su obra sufrió, como tantas otras, un "purgatorio" de descenso de ventas. Ahora, coincidiendo con el "boom" mundial de la novela policiaca, la obra de la norteamericana Patricia Highsmith se reedita y varios de sus libros están siendo adaptados al cine.
Patricia Highsmith fue una niña no deseada, sus padres -diseñadores gráficos- se separaron antes de que naciera el 19 de enero de 1921 en Fort Worth (Texas). Creció con su abuela hasta los seis años, cuando se fue a vivir a Nueva York con su madre y su padrastro, de quien adoptó el apellido.

La escritora, según dejó escrito en sus diarios, creció "con sentimiento de abandono, con un intenso odio" que le hacía tener "sentimientos asesinos".

La temprana conciencia de su homosexualidad también marco su obra y su vida, cuya mayor parte transcurrió en Europa, especialmente en Francia y Suiza, donde murió y reposan sus restos.

La sucesión de sus atormentados romances, su alcoholismo, su tabaquismo, su miedo a la locura, su carácter difícil, quedaron en segundo plano frente a su arrolladora fuerza creativa. Sus novelas y relatos son tan perturbadores como adictivos. 

El sarcasmo hecho mujer

Highsmith era la "artista del mal, una mujer que destilaba humor negro, lacónico, sarcástico y socarrón", rememora a Efe Jorge Herralde, su editor en español.

Herralde, considerado como uno de los editores independientes más importantes de Hispanoamérica, destaca su "calidad literaria y su fantástica capacidad de creación de atmósferas perturbadoras y de personajes inolvidables, como el de Tom Ripley, el más icónico".

"El talento de Mr. Ripley", "Extraños en un tren", "Crímenes imaginarios", "Ese dulce mal", "El grito de la lechuza" y "El diario de Edith" son las seis novelas reeditadas ahora, al mismo tiempo, en España y América por Anagrama como lanzamiento de la "Biblioteca Patricia Highsmith" en su Colección Compactos de novela negra.

El mensaje, según Herralde, es que su editorial, que tiene los derechos en español sobre la obra de Highsmith (veintidós novelas, siete libros de relatos y un ensayo), "apuesta muy fuertemente por el rescate de la singular obra de una mujer nada convencional que ha pasado en los últimos años, como tantos autores, por un inmerecido "purgatorio" de descenso de ventas".

Coincidiendo con el "boom" mundial de la novela negra se ha producido un renovado interés internacional por los libros de esta autora, considerada como una de las mejores escritoras de su generación, en la que figuran sus amigos, la escritoria Jane Bowles, el compositor Aaron Copland, el coreógrafo y bailarín Jerry Robbins, el actor John Gieldud, la también escritorai Carson McCullers, el periodista y filósofo Arthur Koestler, el autor teatral y pintor Wolfgang Hildesheimer y el poeta y ensayista W.H. Auden.

El renacer de Highsmith

Un auténtico "revival" de Highsmith, que está siendo relanzada también, además de por Anagrama, por W.W. Norton, la editorial independiente más prestigiosa de Estados Unidos; la feminista británica Virago; la italiana Bompiani y la suiza Diogenes, a la que la autora, fallecida el 4 de febrero de 1995, nombró albacea de su obra.

También el cine se suma a este resurgir de la escritora estadounidense. El director estadounidense Todd Haynes ha concluido el rodaje de "Carol", protagonizada por Catte Blanchett y Rooney Mara; adaptación de la novela del mismo título que escribió Highsmith a los 27 años y que narra el amor entre dos mujeres a principios de la década de los años 50 del siglo XX.

Insólita en su tiempo, porque la relación lésbica no termina mal, la novela fue publicada en 1951 como "El precio de la sal" y con el seudónimo de Claire Morgan. En 1989, la reimprimió con su verdadera identidad, con el título "Carol" y con un prólogo en el que mostraba su satisfacción por haber mostrado esperanza a otras lesbianas.

La historia de esa obra, que Highsmith escribió mientras esperaba que fuese editada "Extraños en un tren", está inspirada en la fuerte atracción obsesiva y platónica que le produjo una clienta rubia y elegante que fue a comprar una muñeca para su hija en unos grandes almacenes de Nueva York en los que ella trabajaba. 

En marcha está también una versión de "El cuchillo", con Andy Goddard en la dirección y Patrick Wilson y Jessica Biel como protagonistas, y se negocian adaptaciones de "Mar de fondo" y "Ese dulce mal".

Negociaciones que llegaron a buen puerto para la versión que el realizador David Fincher y el actor Ben Affleck harán del clásico de Alfred Hitchcock, "Strangers on a Train", basada a su vez en la primera y exitosa novela publicada por Highsmith en 1950, y con cuyos derechos cinematográficos pudo conocer Europa en un viaje que le inspiró la primera de las cinco historias de Tom Ripley. De la mano de Fincher y Affleck, los "extraños" coincidirán ahora en un avión en vez de en un tren.

Fue Alain Delon el primer actor en dar vida al considerado como más carismático psicópata de la literatura moderna en "À plein soleil" (1960), versión para el cine de "The Talented Mr. Ripley".

"He perdido la sensación del bien y del mal", escribió Highsmith en su diario cuando terminó de escribir esa novela que ejerció en ella un poder liberador de la moral convencional y que volvería a ser adaptada para la gran pantalla por Anthony Minghella en "The Talented Mr. Ripley" (1999), con Matt Damon de protagonista, y por Liliana Cavani en "Ripley's Game" (2002), con John Malkovich.

La "madre" de Mr. Ripley

Compuesta por cinco novelas, la serie de Mr. Ripley fue escrita entre 1955 y 1991: "El talento de Mr. Ripley" (1955), "La máscara de Ripley" (1970), "El juego de Ripley" (1974), "Tras los pasos de Ripley" (1980) y "Ripley en peligro" (1991).

En ellas, el lector acompaña a Ripley en su evolución vital, siempre en ambientes sociales de la clase media-alta, al tiempo que ahonda en los temas de la ausencia de moral, la culpa, la ambición, la falsedad, la ambigüedad de la personalidad y el crimen, con un estilo descarnado e impersonal.

El horror instalado en lo cotidiano y la angustia que de él deriva es el marco recurrente en las novelas de la estadounidense, cuya obra se aparta de la intriga clásica de la novela negra para bucear en el contexto social y existencial de los personajes, en vez de seguir la investigación criminal, y todo ello con una marcada desnudez lingüística, con lenguaje claro y directo, sin artificios.

Wim Wenders, Claude Miller, Claude Chabrol o Sydney Pollack forman parte de la larga lista de cineastas atrapados por el magnetismo de las novelas de Highsmith, cuya obra estuvo marcada por la relación de amor-odio con su madre y su homosexualidad.

Su visión desesperanzada de la vida moderna le llevó a ser demoledora con la idea del "sueño americano" fabricado en Estados Unidos, un país que abandonó siendo joven para instalarse en una Europa en la que se sentía más cómoda. 

Su refugio lo encontró finalmente en Tegna, un pequeño pueblo suizo cerca de Locarno, donde tenía "una casa grande de una sola planta y en forma de U, con un espacio delante que daba a un profundo valle, era muy bonito", rememora Jorge Herralde, quien tuvo el placer de conocerla y cultivar su amistad. 

"Tenías que ganarte su confianza", contesta cuando se le pregunta si Highsmith era tan "asocial" como se la pinta.

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