BARCELONA.- El joven escritor francés Édouard Louis narra en clave de ficción el calvario que sufrió como homosexual en el seno de una familia lumpen-proletariado de la región francesa de Picardía en su obra "Para acabar con Eddy Bellegueule".
En una entrevista con Efe, Édouard Louis, el nombre con que enterró definitivamente su verdadero nombre, Eddy Bellegueule, dijo que quería "hacer un libro político y no catártico", una obra que en Francia superó los 200.000 ejemplares y que aún se mantiene en las listas de más vendidos.
"Si el libro hubiera explicado mi propia historia, no habría sido interesante, sino que quería escribir la historia de todos los Eddy que han sufrido vejaciones y violencia, no solo los homosexuales, también las mujeres, los judíos o los negros", explicó.
El autor cree que acertó con este enfoque, como lo demuestran las "decenas de correos" que le envían en los que le dicen "que se reconocen en esa historia y que la hacen suya".
Édouard Louis aclaró que "aunque no haya mucho en común entre un niño del norte de Francia y otro de la India, sí hay un elemento dominante común que nos anula: los gays viven en una sociedad heterosexual, las mujeres en una sociedad masculinizada, los afroamericanos en una sociedad blanca".
Contra uno de los principios de la violencia, la "invisibilidad", el joven escritor utiliza "las armas del lenguaje".
A pesar de que su madre ha sido una de las personas más críticas con su decisión de contar su historia, Louis sale en su defensa y la describe como "una víctima de una sociedad obrera que no asumía la presencia de la mujer en el instituto".
Aparte de la invisibilidad de la violencia, Louis señaló que juega en contra también la negación del problema: "Mi madre no habría aceptado que estaba dominada, por ejemplo, y yo mismo escondo los nombres de los dos chicos que me atacaron".
No deja de ser curioso, añadió, que el autor de uno de los libros que más le han influido, Pierre Bourdieu y "La dominación masculina", fuera "atacado duramente por las feministas, porque les costaba aceptar que las mujeres estaban dominadas por los hombres; y por eso mi libro es un elogio a la queja, a estilo de los 'Cahiers de doléances' de la Revolución Francesa".
"Para acabar con Eddy Bellegueule" (Salamandra) no es una venganza, aseguró su autor, sino que intenta "comprender el origen de la violencia, en su entorno familiar, en la escuela, en la sociedad que le rodea, intenta trazar una arqueología de esa violencia que genera más violencia, algo que ha demostrado el psicoanálisis, algo que ha ocurrido también en el atentado de Charlie Hebdo, aunque se trate de una violencia más extrema".
Y añadió: "el perdón no es la pregunta, porque la literatura no está para distribuir perdón. La literatura, como la política, juega el papel de remover las conciencias de la gente; y yo busco las causas de la violencia", que es lo que trata en el segundo libro en el que está ya trabajando.
La acogida de la novela en su familia ha sido dispar, y mientras su madre se enfadó mucho y aseguró que todo era falso; su padre "compró 25 ejemplares de la novela y los regaló a sus amigos, se mostró orgulloso" y por primera vez le llamó Édouard e incluso colgó una fotocopia de un artículo que le dedicó el diario Liberation.
Louis no percibe el haber abandonado a su familia con 16 años y haberse instalado en París como un triunfo, porque "el sentimiento de partida era un sentimiento de ausencia y también de fracaso, pues de pequeño yo no quería huir, no era un luchador contra la intolerancia, pero ese fracaso es lo que a mí al final me salvó la vida".
Se alegra el autor de haber dejado atrás el nombre de Eddy Bellegueule, "símbolo de marica y pobre, la persona en la que otros me convirtieron", mientras que Édouard Louis representa su "autenticidad" en esa búsqueda de sí mismo.
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