sábado, 11 de octubre de 2014

Reseñas Críticas de Obras Literarias.

Fausto Leonardo Henríquez
Barcelona, España
José Mármol (Rep. Dom. 1960), “Lenguaje del mar”, Visor, Madrid, 2012.
El poeta, después de sus anteriores obras calificadas como “poesía del pensar” ha bajado, sin abandonar del todo la reflexión, al terreno de los sentidos, esto es, de la sensualidad, para verter las emociones de forma natural. Con esta obra Mármol fondea el lenguaje más sonoro de la poesía, esas aguas renovadoras de las que fluyen versos sonoros y espumantes. Para mí la poesía de Lenguaje de mar surca los las bahías del deseo, de los acantilados de tantos mares que devoran las sales y los odios.

Mar de espumas blancas y risas. Mar agitado por vientos contrarios, por brisas de amor. El mar recuerda el misterio de Dios, de la vida, pero también advierte de los naufragios inevitables, de la lujuria, de las noches y las soledades, de las miserias de los desdichados. El mar esconde, anclado en su azul profundo, la memoria, el pasado imborrable. Lenguaje del mar es la suma del erotismo y la sensualidad, por lo que darse un chapuzón en este mar resulta refrescante.
Poesía destilada en la mejor destilería del lenguaje, donde el bello decir abre surcos de placer.

”Entre los pucheros” de Bettsy Yhamile Narváez, (Ecuador, 1972), Fundación Fernández Rielo, Madrid, 2013.
Este libro fue premiado con la edición número treinta y dos de poesía mística. La poeta ha abierto un camino para una mística de lo sencillo, pero sobre todo para una poesía impregnada de gozo y vivencias diarias con un alto sentido de la unión cotidiana con Dios. En la poética de esta joven mujer no hay un ascenso hacia la unión con Dios, sino al contrario, ella halla a Dios, descendido, presente, cercano, en la horizontalidad de la vida diaria.

Eso es lo que ella canta con belleza desbordante. Por ahí va su mística. La forma de decir con armonía su “unión horizontal” con el Señor le ha valido la distinción para ser considerada la autora de una obra con carácter mundial. Su mística es actual y testimonia cómo en nuestros días la persona puede orquestar la actividad que exige la cultura del estrés y la unión profunda con Dios, fuente de amor.
Concurso de Cuentos Radio Santa María, La Vega, República Dominicana, 2013. Edición Número 20.
Los tres primeros premios recayeron en Héctor Santana Pérez, Ungry Young Girls; Yuniris Ramírez, ¿Puedes mirar debajo de la cama?; Fernando Berroa, El purgatorio terrenal de Pedro Bernardone.

Hay cuatro menciones de honor para Edwin Castillo Frías, El eterno día de Eufemmio Obrero; Carlos Díaz, Un affair virtual; Danilo Rodríguez, Decay; y Altagracia Pérez Pytel, Mi belly dance. Con esta pléyade de escritores se puede afirmar sin ambages que la literatura dominicana y caribeña tiene, más que una promesa, una realidad.
Imaginación, creatividad, ingenio narrativo es lo que rezuman estos narradores dominicanos. No es ocioso decir que se espera lo mejor de ellos más allá de un certamen literario. El aliciente lo tienen, pero la mejor literatura muchas veces se escribe, no al fragor del elogio, sino del esfuerzo y dedicación.
“Dimensionando a Dios”, Manuel Salvador Gautier, Editorial Santuario, R.D., 2013.
Esta obra del escritor dominicano aumenta notablemente su bibliografía literaria, con el aliciente del Premio Na cional Eduardo León Jiménez, 2011. El hilo conductor de esta novela consiste en reconstruir la vida juvenil de Juan Pablo Duarte, fundador de la patria dominicana. Gautier se adentra en la memoria histórica de la España catalana de los años 1829 a 1831 inclusive, para fabular las inquietudes y las ideas de libertad del joven Duarte. Con esta obra se llena un vacío, al menos en el plano literario, respecto a la estancia del prócer dominicano en Barcelona durante los años indicados.

En suma, la prosa serena de Gautier, su constante interés por mantener el tono de la época, sin ser decimonónico, y su ingenio para darle verosimilitud a los diálogos son, en verdad, en mi opinión, uno de sus mejores aciertos. El compromiso literario del escritor Gautier le ha merecido, con justicia, estar en la cima de las letras dominicanas.

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