martes, 12 de agosto de 2014

Ortiz, el tahúr de las palabras que tradujo "Bajo el volcán" hace medio siglo.


La obra de Lowry es una tragedia contemporánea de una belleza y una emoción de altos vuelos.

MÉXICO.- Hace 50 años, cuando tradujo el libro "Bajo el volcán" del inglés Malcolm Lowry, al políglota Raúl Ortiz le pagaron poco, pero eso no impidió que lograra en opinión de algunos críticos mejorar el resultado final de esta obra, para muchos la gran novela acerca de México.

"Era candoroso y no tenía el concepto de que no había nada de deshonra en cobrar. Los de la editorial Era me pagaron mal, y nunca recibí regalías cuando vendieron el manuscrito y lo modificaron. No recuerdo cuánto me pagaron, pero fue poco", cuenta a Efe en un tono de queja que abandona al recordar las satisfacciones recibidas.

La obra de Lowry es una tragedia contemporánea de una belleza y una emoción de altos vuelos, en la cual el autor liga de manera magistral el mito y la poesía con gran musicalidad.

"Nunca imaginé lo terriblemente arduo que iba a ser mantener la armonía y el ritmo de las frases de Lowry, pero el idioma español se prestaba para eso", confiesa Ortiz.

La historia empieza en Quauhnáhuac (Cuernavaca, en lengua náhuatl) donde el día de muertos del año 1939 dos hombres hablan de Geoffrey Firmin, cónsul británico alcohólico que muere asesinado.

A partir de ahí explora los vericuetos del país como nadie lo ha hecho, según la opinión el escritor Hernán Lara, quien estuvo este mes en la celebración del aniversario en el Palacio de Bellas Artes.

"Tuve la suerte de ser llamado para traducir la mejor novela sobre México al español", dice Ortiz al referirse al acto mágico que lo llevó a meterse dentro de la obra de Lowry, como si fuera uno de sus personajes.

Muchos años después, a los 83 años, una edad en la que los hombres suelen lamentar las maravillas que se perdieron, Raúl muestra una alegría de hedonista al contar la gran aventura de su vida, haber traducido "Bajo el volcán".

Aquel juego con las palabras comenzaba los fines de semana en un monasterio en Cuernavaca, en el centro de México, donde se refugió para escribir en su máquina marca Olivetti desde las cinco de la tarde de los viernes hasta el amanecer de los lunes; luego, entre semana, lo hacía de cuatro a ocho de la noche.

Ortiz empezó a estudiar inglés en la escuela primaria y a los 30 años hablaba el idioma con la fluidez de un nativo. Por aquel tiempo le buscó la editorial Era y le propuso traducir la novela que Malcolm Lowry empezó a escribir en el año 1934 y publicó en 1947.

Aunque algunos estudiosos han dicho que la joya literaria fue mejorada al pasar al español, al inicio la traducción no fue bien tomada por algunos intelectuales.

Al referirse al tema Hernán Lara, Premio de la Real Academia Española en 2010 por su novela "Península, Península", asume que fueron simples celos profesionales, pues cualquiera hubiera querido traducir a su manera la gran historia.

Raúl Ortiz recibió la ayuda de una hermana mecanógrafa, demoró ocho meses para concluir la primera versión y entonces pidió una prórroga a Era.

Minucioso como es, cuidó hasta el último detalle y cuentan que, si la versión en español se publicó en 1964, fue porque la editorial casi le arrebata de las manos los originales.

Aunque hay cansancio en su voz, el mexicano mantiene los sueños intactos y por momentos habla más como un adolescente que recién ha descubierto los libros.

"Es la única novela que he traducido; la otra que me gustaría traducir es 'Viaje al fin de la noche', de (Ferdinand) Celine, pero no hay manera de hacerlo", lamenta.

Ortiz cree que "El poder y la gloria", de Graham Greene, es otra novela capaz de reflejar un periodo crítico de México, el de la persecución religiosa, pero opina que Lowry fue más allá, porque hermanó el español ibérico con el mexicano.

"Fui un elegido al poder traducirlo", repite en forma de agradecimiento por una alegría que aún le dura, 50 años después, cuando ha perdido vitalidad, pero aún hace culto a la vida, la música y los libros, las herramientas que usó para llevar a Lowry a la lengua de Cervantes.

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