Por Winston Paulino
Winston Paulino: ¿Quién fue
Manuel del Cabral?
Pedro Ovalles.: Manuel del
Cabral es cibaeño de pura cepa y su más celebrado poemario se editó por primera
vez en 1940, y nació a principios del siglo XX (1907), es lógico entender que
ya para la segunda década del siglo antes mencionado, el poeta en cuestión ya
tenía uso de razón y podía percibir, aún con reflejos infantiles, todo el
suscitar histórico, social y político de nuestra patria, y más específicamente
de la Región del Cibao.
W.P.: ¿Por qué el Cibao como
región tiene sus peculiaridades?
P.O.: Tiene una
idiosincrasia que se ha ido formando no tan sólo por el natural aislamiento y
sentimiento patriótico de sus formas paisanas
(talantes hoy en día que se han ido desvaneciendo producto de la
constante enajenación a que ha sido objeto toda la nación dominicana), sino,
además, por ser una de las regiones más fértiles en el surgimiento de modos de
vida netamente vernáculos, a pesar, se reitera, de algunos condicionantes de
evidente penetración foránea que han reformado sensiblemente las formas de
pensar y de actuar de todos los cibaeños.
W.P.: ¿Cuál fue el periodo
histórico que más sale a relucir en la atmósfera poética del poemario Compadre Mon?
P.O.: Pues es el que va
desde que ajusticiaron a Lilís en Moca el 26 de julio de 1899 hasta el 1916,
fecha de la
Primera Intervención Norteamericana en nuestra patria.
W.P.: ¿Cuáles son las
vicisitudes que tiene el poemario mencionado?
P.O.: Todas las vicisitudes
históricas, políticas, sociales, económicas y culturales que a través de los
años y las generaciones nos han moldeado tales y como somos los cibaeños.
W.P.: ¿Cuál fue ese lapso de
tiempo de revueltas caudillistas que dejó bien marcada la conciencia de Manuel
del Cabral?
P.O.: Como ningún otro poeta
dominicano, Del Cabral va a conformar un canto poético con ribetes
evidentemente épicos, cuyo personaje principal (Compadre Mon) es el arquetipo del hombre dominicano que posee todas
las características de nuestra identidad regional y nacional.En ese emblemático
personaje podemos percibir el héroe patrio de tierra adentro que simboliza lo
nacional. Nadie como Mon conoce las incógnitas de los cibaeños, así como los
procesos variados que los han moldeado
tales y como son: patriotas, machistas, violentos, jugadores, ‘tragueros’,
borrachones, bohemios, bailadores, mujeriegos, entre otros apelativos.
W.P.: ¿Cuáles son los tres libros
de la literatura vernácula que cantan con mayor nitidez esa época aciaga
(1900-1920) de enfrentamientos caudillistas?
P.O.:La Mañosa (1936)
de Juan Bosch; Solazo (1939) de
Octavio Guzmán Carretero, y Compadre Mon
(1940) de Manuel del Cabral.
W.P.: ¿Cómo surgió el Taller
Literario Triple Llama?
P.O.: Surgió como una
necesidad para darle espacio y respuesta a la juventud lectora y creadora de
nuestra provincia, y como espacio literario, de naturaleza cultural, literaria
y educativa, funciona primordialmente con el objetivo de estimular, pulir y
formar la vocación literaria de sus miembros, y para tal fin, el Taller planifica
y realiza programas de actividades en los colegios, escuelas, liceos e
institutos de jóvenes que estudian carreras técnicas.En coordinación con la
Dirección provincial de Cultura, se efectúan
recitales poéticos, paneles sobre literatura dominicana, conferencias,
coloquios: todos con jóvenes estudiantes donde se tratan temas literarios de
interés para promover el hábito de la lectura, el conocimiento y el
cultivo literarios. Estos encuentros sirven para reclutar los que tienen
vocación literaria y, lo más importante, de una vez se invitan a formar parte
del Taller y llevar a las reuniones sus creaciones para ponderar sus valores y
proporcionarles sugerencias útiles para su posterior desarrollo como escritor.
W.P.: ¿Cómo son las
reuniones del Taller Literario Triple Llama?
P.O.: Las reuniones se
transforman en orgías líricas, rituales lecturales, veladas filosóficas y
comentarios analíticos. A medida que aumenta el entusiasmo por el cultivo y la
lectura literarios, cada miembro espera con ansia el sábado o el domingo para asistir a esos
cónclaves y leer sus creaciones, compartirlas o socializarlas con los demás
compañeros. Esa libertad de participación, trabajo creador y formador, le abre
el paso cada día más al mundo de la literatura y se construye el camino que
cada quien transitará de manera personal, ciclo que se va repitiendo generación
tras generación, década tras década; entonces la tradición literaria se
mantiene y se aquilata con nuevos
autores y nuevas obras: verdaderos talentos literarios, también significativas
creaciones que van a engrosar el cofre valioso de la literatura dominicana.
W.P.: ¿Nuestra literatura
tiene un desarrollo o un florecimiento extraordinario?
P.O.: Nuestra literatura
tiene un buen impulso, contiene obras y autores de relevancia, de valores
literarios ponderables, esto lo digo por la calidad de su lenguaje y por los
juicios de autores exegetas de otras latitudes. Lo digo, además, por el interés
que se está poniendo en el extranjero por nuestros autores. En cada Feria Internacional
del Libro y la Lectura celebrada en Santo Domingo todos los años en el mes de
abril, hacen presencia escritores
célebres de diferentes naciones y continentes, y el interés que ponen por las
obras de nuestros escritores, demuestra que si se difundieran más las
creaciones de nuestros autores en playas extranjeras como debiera ser, y como
es la responsabilidad del Estado, mejor sería el conocimiento que los
extranjeros tuvieran de nuestra literatura. Creo que la nuestra tiene la valía
necesaria para penetrar en el gusto de lectores foráneos y ocupar el lugar que
se merece como literatura de aportes significativos a la de Latinoamérica. Un
solo ejemplo de lo que digo lo constituye el caso del poeta de los años 80 José
Mármol, ganador del Premio Nacional de Literatura 2013, también obtuvo el Premio Casa de América de Poesía Americana por su obra
Lenguaje del mar, y nada más basta leer lo que dice la
nota de prensa fechada en Madrid, España, pocos días después de conocerse el
veredicto del jurado. Leamos: “El premio, que cumple su edición número doce, es
convocado por Casa de América y está dotado con seis mil euros (unos 7,500
dólares) además de la publicación del poemario por la editorial Visor. El
galardón tiene como objetivo “estimular la escritura poética en el ámbito de
las Américas”.
W.P.: ¿Cuál fue es el primer
Taller Literario fundado en la República Dominicana?
P.O.: Según
el Presidente de la Academia Dominicana de la Lengua Española, el primer Taller
Literario fundado en el país se denominó Littera,
y a quien le cabe la gloria de ser su fundador es al Dr. Bruno Rosario
Candelier. Una prueba de ello es el poeta, narrador y ensayista José Enrique
García, que inició su producción en los años 70, quien formó parte del pionero
y mencionado Taller Literario de la República Dominicana en Licey al Medio,
municipio de Santiago de los Caballeros.
W.P.: ¿Quién fue Octavio
Guzmán Carretero?
P.O.: Octavio Guzmán Carretero fue un importante poeta mocano de
renombre nacional, que frecuentó varios grupos literarios como el Postumismo y
la Cueva, y que con un solo poemario editado en el 1939, está considerado el
más importante pionero en introducir en la poesía dominicana los movimientos de
vanguardia. El autor de estas líneas realizó un estudio de la vida y obra de
ese poeta mocano, y aparece en su libro de ensayo que editó el Ministerio de
Cultura en 2009: Lenguaje, utopía y
creación, y ha demostrado que, para esa fecha en los años 30, Carretero
conocía o leía con fruición a los poetas españoles de la generación del
27. El caso más patético son los ecos de
la poesía de Federico García Lorca en el poemario de Carretero: Solazo. Lo podemos percibir cuando vemos
la osadía de sus imágenes y símbolos, los desplazamientos semánticos: muchas de
sus metáforas y sinestesias tienen un sabor lorquiano. Aunque es una poesía de contenido
sociopolítico (en nuestra opinión, el pionero en la poesía dominicana de esa
vertiente o modalidad), supo hacer una poesía altamente artística, con una
densidad poética asombrosa; pero lo que más sorprende es el hecho de hacer una
poesía circunstancial de evidentes referencias históricas y políticas, y aquí
está nuestro asombro y el de muchos exegetas dominicanos: el nivel de
artisticidad produce un placer estético que atrapa el interés del lector y hace
que todo el poemario perdure y sea un referente obligado para las nuevas
generaciones. No escribió un solo poema que no sea digno de ser antologado.
Murió a los 33 años, y ya a esa edad dominaba la Lengua Española con maestría.
Fue un autodidacta. A los 24 años escribió su único poemario. Cuando murió en
1948, todos los periódicos de circulación nacional y local hicieron eco de su
fallecimiento.
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