viernes, 17 de abril de 2015

Del Paso, un ateo que a sus 80 aborda la impúdica historia de las religiones.

El escritor, artista plástico, diplomático y académico celebró el 1 de abril sus ocho décadas.


GUADALAJARA, México).- El afán por contar la "impúdica historia" del judaísmo, el islamismo y el cristianismo llevó al novelista y poeta mexicano Fernando del Paso a escribir "Bajo la sombra de la historia", el libro de ensayos que lo mantiene activo a sus 80 años recién cumplidos.

En una entrevista por escrito con Efe, Del Paso afirma que los lectores de esta obra, dividida en tres volúmenes, se darán cuenta de la "crueldad" de las tres principales religiones monoteístas y "de sus ambiciones por imponerse a toda la humanidad", mediante una revisión de sus orígenes, su ideología y sus momentos más relevantes.

El escritor, artista plástico, diplomático y académico celebró el pasado 1 de abril sus ocho décadas de vida limitado en el habla, debido a los infartos cerebrales isquémicos que sufrió hace un par de años, pero sin perder la lucidez que ha caracterizado su obra.

Su condición no le impidió concluir el primer volumen de "Bajo la sombra de la historia" -del que guarda un par de ejemplares en uno de los estantes de su casa- y trabajar arduamente para terminar dentro de poco el segundo.

"Del tercer y último volumen tengo también mucho adelantado", responde Del Paso por correo electrónico a una de las preguntas planteadas por Efe.

El autor de "Palinuro de México" (1977) cuenta que a los once años se volvió ateo "súbitamente", desde entonces nació en él un interés "en comprender por qué a la mayor parte de los hombres los seduce una religión".

"Llegué a la conclusión de que la mayoría les atrae la posibilidad de una vida eterna", asegura.

Nacido en la Ciudad de México el 1 de abril de 1935, Del Paso vive en esta ciudad del occidente mexicano desde 1992, cuando comenzó a dirigir la Biblioteca Iberoamericana de la Universidad de Guadalajara.

Aquí también escribió "La muerte se va a Granada", la obra de teatro con la que rindió un homenaje a Federico García Lorca, "Linda 67. Historia de un crimen" y "PoeMar".

Impecablemente vestido con un traje verde limón para la sesión fotográfica, el escritor recibió a Efe en su casa ubicada al poniente de la ciudad.

Parte de la obra plástica creada por Del Paso viste las paredes del estudio, el salón y las escaleras que llevan al segundo piso.

En medio de la sesión fotográfica, el escritor comenta que aún pinta, aunque "de vez en cuando".

Lo que sí hace todos los días es leer los diarios sentado en la mesita de la cocina. Desde ahí se asombra todavía con noticias como el robo de oro con valor de 8,4 millones de dólares a una minera canadiense, en el norteño estado de Sinaloa. "¡Qué tremendo!", exclama.

En múltiples ocasiones dichas noticias le han llevado a expresar su indignación por la violencia que vive el país, por casos como la desaparición de los 43 estudiantes del estado de Guerrero y a criticar al actual Gobierno encabezado por el presidente Enrique Peña Nieto.

"Muchos de nosotros (los escritores) tratamos de denunciar lo que para nosotros está mal y es necesario cambiar", señala Del Paso, convencido de que los narradores hacen su "mejor esfuerzo" para tratar de influir desde las letras, aunque "teniendo mucho cuidado en no contaminar la literatura con la política".

México puede superar esta etapa "con una mejor educación", aunque eso "tomará, me temo, varias generaciones", añade el autor de "Noticias del imperio" (1987), que recibirá un homenaje el 19 de abril por su 80 aniversario en el marco de la conmemoración del Día Mundial del Libro.

Más allá de los reconocimientos y homenajes, lo que el escritor disfruta en esta etapa es pasar una buena parte de su tiempo con su familia.

"Eso me ha colmado de alegría", asegura, más aún con la llegada de su primera bisnieta, quien vive "en la tierra de James Joyce", escritor que ha influenciado su obra.

Mientras llega el homenaje, Del Paso quizás celebre con una "cervecita", como cuentan suele hacerlo, en el pequeño jardín de su casa, lleno de plantas y enredaderas y ante el cual el escritor exclama "verde que te quiero verde", en alusión al poema lorquiano.

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