BARCELONA, ESPAÑA. El escritor flamenco Peter Terrin recurre a la "distopía" para alertar sobre los miedos de la sociedad actual en su novela "El vigilante", con la que ganó el Premio de Literatura de la Unión Europea y que sitúa en una ciudad ambigua en un futuro casi presente.
Terrin presenta al lector en su novela a dos vigilantes, aislados en el aparcamiento de un edificio de lujo, que esperan la llegada de su relevo y de las provisiones que les mantienen con vida y tienen además terminantemente prohibido comunicarse con los residentes.
La situación de ambos se agrava cuando observan que todos excepto uno abandonan el edificio el mismo día, lo que alimenta su imaginación sobre qué está sucediendo en el exterior.
En la presentación de "El vigilante" (Rayo verde) ayer en Barcelona (noreste) dentro de la Semana del Libro en Catalán, Terrin ha señalado que su novela es "más claustrofóbica que apocalíptica, porque no se sabe qué ha ocurrido en el exterior".
Poniéndose en la piel del lector, Terrin enumera que "quizá en el exterior ha ocurrido una catástrofe o puede ser que todo sea una prueba para conseguir un ascenso".
En cualquier caso, añade el autor flamenco, las dudas sobre lo sucedido y la falta de provisiones les lleva "al límite de su resistencia".
Los vigilantes se vuelven tan "paranoicos", admite Terrin, que pierden la confianza incluso en la gente que les lleva la comida y, "aunque su trabajo es ver el peligro allí donde la gente no lo ve, la reacción de ambos entronca con el miedo al otro, el miedo al exterior y a la bestia que llevamos dentro".
A su juicio, "el miedo es una de las estrategias básicas de supervivencia", y el autor ve ridículo que a menudo intentemos reprimir nuestros propios miedos, porque "es una manera de sobrevivir".
Asegura Terrin que su creación no está encasillada en un género, que en el caso de "Los vigilantes" se movería entre el "thriller" psicológico y la ciencia ficción.
"He escrito seis novelas que tratan cuestiones diferentes: 'Post mortem' (2012) narra una historia autobiográfica, y 'Montecarlo', publicada en mayo pasado, se sitúa en 1968, justo antes del premio de Fórmula 1 de Mónaco y es una novela con mucho aire y mucha luz".
La próxima novela, en la que está ya trabajando, será totalmente diferente, pues Terrin se considera un autor que escribe y vuelve "a comenzar" en cada libro que hace.
Escribe su obra literaria en flamenco, una lengua minoritaria, simplemente porque es su lengua materna, pero su casa editorial es holandesa, porque "el mercado editorial en neerlandés es más importante que el de Flandes".
Sin embargo, Terrin quita importancia a esta circunstancia, pues narra "una historia universal que no tiene relación con una ciudad en concreto ni con una época determinada".
Las torturas en Iraq se aparecen en la mente del lector en algunas escenas: "Los hechos narrados son horribles, pero debo confesar que disfruté mucho escribiéndolos, porque a veces la escritura es técnica y el reto es saber contarlo, ser sugerente sin ser explícito".
"El vigilante" habla también de la desinformación y del aislamiento, y, para sorpresa del lector, el autor proclama que a su juicio "el libro tiene un final feliz, pero sólo bajo el punto de vista del protagonista, no para el lector".
Confiesa que el premio de la Unión Europea ha dado mucha mayor proyección a la literatura flamenca, "escrita en una lengua minoritaria", y también a su propia obra, traducida a quince lenguas y que "ha podido entrar en el mercado anglosajón, siempre difícil para los autores de fuera".
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