"Egipto debe ser considerado como el principal proveedor de símbolos en el mundo".
EL CAIRO. Al pie de la Gran Pirámide, el escritor español Javier Sierra revive la noche que pasó en su interior siguiendo los pasos de Napoleón Bonaparte, una "perturbadora" experiencia sobre la que se asienta su nueva novela, "La pirámide inmortal".
Para crearla, confiesa en una entrevista con Efe, tuvo que enfrentarse a un "dilema histórico sin solución": saber qué sucedió aquella noche del 12 al 13 de agosto de 1799 que Napoleón pasó en la cámara real de la pirámide de Keops durante su campaña en Egipto.
"Por alguna razón nunca escribió ni una sola palabra sobre su experiencia ni quiso hablar demasiado de ella", cuenta Sierra, que dice haber rastreado la documentación de la época, las cartas del militar francés a su esposa Josefina e incluso sus memorias.
Para la reconstrucción ficticia que hizo de esa peripecia se sirvió de sus propios recuerdos, a los que vuelve ahora con una visita a las célebres pirámides de Guiza.
En 1997, con 26 años, consiguió "un permiso alegal" para pernoctar en el corazón de esa misma pirámide, señala este amante de lo esotérico.
"Solo puedo calificar aquello de perturbador: pasar seis horas aislado, enfrentándome a todos los miedos posibles, desde el terror a la oscuridad al miedo a perder el control sobre tu propio cuerpo", afirma.
Hasta tuvo -explica- la sensación "de estar casi muerto, disolviéndose en la negrura como un azucarillo en una taza de café".
Cuando salió del monumento funerario, el autor dice que sintió que "había salido de la muerte de ahí dentro y resucitado", por lo que no le extrañaría que el mismo Napoleón hubiera experimentado algo similar.
Tales conjeturas ya quedaron plasmadas en 2002 en su libro "El secreto egipcio de Napoleón", que ahora ha reescrito como si fuera un "hechicero egipcio de las letras".
"Cuando los antiguos egipcios construían un templo, lo hacían desmontando previamente el lugar sagrado que había antes", afirma Sierra, que dice haber empleado esa técnica para "desmantelar" su novela previa.
"Sobre esas ruinas he levantado el nuevo templo, el nuevo libro, lo que ha sido un acto muy deliberado, casi de magia egipcia", enfatiza.
Reconoce que en este tiempo ha aprendido a dosificar la información, crear ambiente e interiorizar su propia experiencia en el interior del monumento.
Después de "La pirámide inmortal" (Planeta), ¿cabría esperar otra versión de esa historia? "No creo que la vuelva a tocar", asegura con tono rotundo.
A la entrada -una vez más- de esa construcción, Sierra mira a su alrededor entre los escasos turistas, que siguen atraídos por Egipto a pesar de los últimos años de crisis política.
Y es que las pirámides continúan siendo un motivo "de fascinación" para todos, según el escritor español.
"Egipto debe ser considerado como el principal proveedor de símbolos en el mundo, ya que a nadie le son ajenas las pirámides, los ojos que todo lo ven y la cruz", que comparten los antiguos egipcios y los cristianos, recordó.
Para el autor de una docena de títulos populares como "La cena secreta" o "El Ángel perdido", pisar un lugar como la explanada de Guiza supone "caminar por el lugar por donde van las almas cuando mueren".
"La Gran Pirámide es una especie de maqueta del más allá, del 'duat' (inframundo)", asevera Sierra.
Si Napoleón -como cuenta- cayó bajo la influencia de una "epidemia de orientalismo", pensando como buen apasionado de las ciencias ocultas que los egipcios tenían "elixires, pociones mágicas, sortilegios y hechizos", el propio escritor sufrió el embrujo de la egiptomanía.
Tras numerosos viajes al país, "Egipto se convirtió en algo más que una obsesión teórica, fue un campo de experimentación y en el fondo creo que para eso se construyeron las pirámides", subraya.
Con la vista puesta en El Cairo, no descarta escribir alguna vez sobre las grandes transformaciones que han cambiado la mentalidad de los egipcios.
No en vano, detalla, fueron invadidos por pueblos de Oriente Medio como los hicsos y por los griegos, los romanos, los franceses y los ingleses, entre otros.
"Están acostumbrados a los grandes cambios y ahora viven otro", apunta Sierra.
Agrega que sus novelas "parten de una gran pregunta: por qué". Por eso, la cuestión egipcia también tiene sentido para él y le hace preguntarse: "¿Por qué siempre los grandes cambios surgen de Egipto?"
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