lunes, 9 de junio de 2014

ORTO-ESCRITURA

Buena forma de conocer nuestra lengua
 
 
 por RAFAEL PERALTA ROMERO rafaelperaltar@gmail.com
 
Recientemente fue presentado El lenguaje del buen decir, de Bruno Rosario Candelier, director de la Academia Dominicana de la Lengua. Este nuevo libro abarca conceptos lingüísticos, literarios y lexicográficos, con notable sentido didáctico y una profundidad tal, que parecería imposible en escritos tan breves, como son las respuestas que ha dado su autor a diversidad de preguntas que le han llegado de todos los puntos del territorio nacional y algunas del extranjero.
En este libro aparecen consultas sobre usos específicos de la lengua, procedentes de escritores, de personas que cursan maestrías o doctorados y hasta de profesionales versados en la elaboración de estudios lingüísticos y lexicográficos, como la doctora María José Rincón y el doctor Fabio Guzmán Ariza.
El preguntar se aproxima al investigar, de hecho, la entrevista es un recurso investigativo. Y preguntar acerca de la lengua revela en quien formula la interrogante, que ha asumido conciencia de ésta. El peor uso de la lengua sale de quienes no se preguntan nada ni tampoco preguntan a otros.
La conciencia de la lengua implica el desarrollo de una actitud reflexiva en torno de esta facultad humana que nos diferencia de los otros seres vivos. La adquisición de la lengua es un proceso social, que se torna tan natural que antes de los seis años un ser humano ha logrado un cúmulo de palabras que le permite expresar sus necesidades, sobre todo las biológicas.
Desarrollar conciencia de la lengua conlleva más tiempo y esfuerzo y una considerable capacidad de abstracción. Por eso me parece muy justificada la expresión “Ganarás la lengua con el sudor de tu frente”, original del poeta Pedro Salinas.
Salinas compara el hablar con un ambiente mítico, un edén, donde todo se da sin fatiga, pero al escribir –dice- hemos de laborear el suelo, abrirle surco con el pensamiento. Con el uso de la lengua escrita es que parece que una voz poderosa nos diga: Ganarás la lengua con el sudor de tu frente.
La conciencia de la lengua, según me parece, nos sumerge en el compromiso con la lengua y esto conlleva una demostración de amor hacia nuestro sistema de comunicación, un justo respeto que nos hace reflexionar sobre la normativa ortográfica o nos despierta preocupación sobre otros aspectos de la lengua, digamos aspectos léxicos, como la propiedad, o aspectos sintácticos, como la concordancia.
Hace unos días, una joven comunicadora conducía un acto presidido por una importante figura pública y por las tantas veces que empleó el seudo verbo “aperturar”, un profesor universitario que estaba a mi lado inició un cuchicheo sobre el asunto. En una pausa de la actividad, me dirigí a la locutora, solicité su dirección electrónica y le remití un artículo sobre este asunto que había publicado en esta columna.
La joven respondió agradecida. Creo que este proceder es parte del compromiso con la lengua. El sustantivo “apertura” es válido en nuestra lengua, pero el verbo ya lo tenemos: abrir, se abren los ojos, se abren las ventanas, se abre una tienda, se abre una cuenta bancaria. ¿Por qué despreciar el verbo abrir, tan ligado al origen de la vida humana? Hemos de continuar con El lenguaje del buen decir de Bruno Rosario Candelier.

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