LA RENOVACIÓN POÉTICA DEL SIGLO XX EN
REPÚBLICA DOMINICANA
Por Favio Luis Candelier
(Miembro
del Taller Literario Triple Llama)
La poesía en República dominicana ha tenido exponentes
prominentes. El siglo XIX fue uno de los que más robusteció el género, este
momento esplendoroso de nuestra poesía lo conforman: Salomé Ureña, José Joaquín
Pérez y Gastón Fernando Deligne, tres pilares donde descansa la modernidad de
nuestra poesía de la época en sus vertientes patriótica, indigenista y
psicológica. Pero no es sino en el siglo XX cuando nuestra poesía alcanza la
categoría de moderna, con el surgimiento de las vanguardias.
El siglo XX marca el punto de partida de la renovación poética
dominicana, pues la tradición rítmica en la poesía dominicana era notable en
todos los intelectuales escritores de finales del siglo XIX e inicio del XX. Se
ha establecido el 1888 como inicio del último movimiento de poesía tradicional
con rima y ritmo que se produjo antes de la introducción del vanguardismo, este
fue el modernismo, cuyos representantes más notables fueron: Valentín Giró con
“Ecos mundanos”, Osvaldo Bazil con “Rosales en flor” y Altagracia Saviñón con
“Mi vaso verde”. La mayoría de los textos dominicanos modernistas apenas
registraron algunos aspectos estilísticos de la corriente protagonizada por
Rubén Darío, ya que sus autores estaban más preocupados por la problemática
local que por las inquietudes estéticas Rubendariana. El fundador del
modernismo en República dominicana fue el destacado poeta y diplomático Osvaldo
Bazil con su obra “Rosales en flor”.
El modernismo afronta su primer flagelo en 1917, cuando se inicia
el primer movimiento renovador de la poesía dominicana, el 10 de noviembre de
1917 con el poema “Arabesco”, se inicia en la revista “La primada de América”,
el vedrinismo, comandado por Otilio Vigil Díaz, único representante (por lo
menos hasta el lapso que se considera duró el vedrinismo), pues mucho tiempo
después se uniría a esta tendencia Zacarías Espinal, como el único adepto del
vedrinismo, quien cultivó una poesía letrista basada en sonoridades. El
vedrinismo no recibió apoyo del vulgo para trascender, pues era un movimiento
atrevido para lo que el crítico estaba acostumbrado a escudriñar, y también
porque fue la primera renovación en toda Latinoamérica, por lo que era algo
novedoso desde toda perspectiva; hay que resaltar que en ese contexto el país estaba más
atento a la situación político-social, ante una inminente ocupación
norteamericana. Sin embargo, el vedrinismo tiene un mérito insoslayable en la
literatura dominicana, especialmente en la poesía, es la introducción del verso
libre y por tanto de la vanguardia, elementos que marcaron la modernidad
poética en nuestra literatura. Los textos más representativos del vedrinismo
fueron: “Galeras de pafos”, “Góndolas”, “Miserere patriótico”…
Por otra parte y teniendo a Otilio Vigil Díaz como precursor, en
1921 se desarrolla otro movimiento que refuerza la renovación poética del
vedrinismo y afianza el vanguardismo dominicano; este parte con el poema
“Aspiración” del sumo pontífice de este movimiento, Domingo Moreno Jiménez. El
postumismo descubre de un modo amplio, y por primera vez, la tierra dominicana,
el sentido racial y el sentido morfológico de nuestra realidad. El origen del
vocablo postumista deriva de que en la poesía de sus integrantes, siempre trata
el tema de la muerte, ahondando más en ese tema y como lo póstumo es lo que va
después de la muerte, de ahí el nombre.
Con el postumismo definitivamente languidecen las influencias de
Darío en nuestra poesía, pues con él la tradición poética dominicana se renueva
y sacude para incubar nuevas voces que la fortalecen. Ya que, el postumismo se
desarrolla en el contexto de la primera intervención norteamericana
(1916-1924), en ese contexto resulta claro que la actitud de rebeldía
anarquizante del vedrinismo no podía ser asimilada por una sociedad que tenía
otras urgencias más perentorias que atender, por esto se debe el éxito obtenido
por los postumistas que sí asumieron como programa poético una escritura
realista de las instancias más inmediatas de la vida cotidiana
dominicana.
Además de Moreno Jiménez con “Aspiración”, “psalmo”, “Mi vieja se
muere”, “La hija reintegrada”…integraron el postumismo, Andrés Avelino garcía
con “Fantaseos”, “Panfleto postumista”…y Rafael Augusto Zorrilla con
“Albricias”. Predominan en
la poesía postumista los temas relacionados con el paisaje, la existencia y con
la actitud psicológica ante la vida.
El postumismo consideraba que se debía eliminar de la tradición
literaria, el pasado literario universal y además estaba en contra de los
movimientos literarios de su época: surrealismo, dadaísmo… éstos son sus
grandes defectos, con ello se negaba a la renovación de su literatura. Fue una
reacción en contra de la modernidad poética inaugurada por las vanguardias más
importantes de comienzo del siglo XX. Su descuido del idioma es muy conocido y
como escuela cayó en lo absurdo de no tener presente que la poesía universal ha
recorrido siglos y que tiene una vida y una historia que viene condicionando
toda obra poética valiosa que realice.
A este movimiento le sigue la Poesía Sorprendida, el grupo más
pujante y de una gran apertura estética, conformado por grandes poetas como Franklin Mieses Burgos, Antonio Fernández Spencer, Aída
Cartagena Portalatín, Freddy Gatón Arce, entre
otros. Este conjunto de poetas tenía como lema la “poesía con el hombre
universal”, pues no concebían la literatura como repetición, sino como una
creación abierta a todas las influencias y a todos los movimientos que se
producían en el mundo. En tal sentido, constituye una reacción en contra de los
poetas del postumismo, pues estos rechazaban todo influjo externo en la
literatura.
Los poetas sorprendidos tratan de experimentar la libertad en el
poema a través de la integración del sueño, de las realidades subjetivas de
nuestra vida psíquica y de las asociaciones inconscientes, estos procedimientos
aparecen en el poema Vlía de
Freddy Gatón Arce, en una clara influencia del surrealismo francés, capitaneado por Andrés
Bretón, cuya finalidad era la exploración del mundo interior.
A este grupo se deben creaciones tan prominentes como: “Clima de
eternidad”, “Una mujer está sola”, “Vlía”, “víspera del sueño”, “Paisaje con un
merengue al fondo”, “Retiro hacia la luz”, etc. Lo que da muestra de su sólida
madurez literaria y al afianzamiento del vanguardismo en nuestra poesía…
Se conoce como Independientes de los 40 en la literatura
dominicana a un grupo reducido de escritores que se resistió originalmente a
formar parte de las agrupaciones vigentes, muchas de las cuales estaban
patrocinadas por la dictadura trujillista. Ellos son: Manuel del Cabral, Héctor
Incháustegui Cabral, Tomás Hernández Franco, Pedro Mir, Octavio Guzmán
Carretero, Francisco Domínguez Charro y Carmen Natalia Martínez. El nombre
Independientes, se explica por sí solo. La mayoría de ellos vivió en el exilio
y esa circunstancia los ubicó a en zonas geográficas distintas, provocando así
distanciamiento físico que impidió la agrupación de los mismos bajo un lema
común. Y, del 40, por la década en que dieron a conocer algunos de sus textos
más representativos. Héctor Incháustegui Cabral publicó Poemas de una sola
angustia (Santo Domingo, 1940); Tomás Hernández Franco, Yelidá (El Salvador, 1942);
Manuel del Cabral, Compadre Mon (Bogotá, 1943); Pedro Mir, Hay un país en el
mundo (La Habana, 1949).
A pesar de la distancia que los separaba hay en ellos algunas características comunes bien definidas: a) afirmación de lo dominicano, b) preocupación social, c) vida en el extranjero y, d) expresión sencilla. Los Independientes del 40, señala Daisy Cocco De Filippis, "Comparten la creencia de que su poesía debe nutrirse de los valores y las preocupaciones nacionales" (Estudios semióticos, 54). A diferencia de los postumistas, que se apartaron del dolor y sufrimiento humano a cambio de exaltar la naturaleza y el color local, los Independientes del 40 armaron su poesía en base a las preocupaciones sociales y a la problemática política del dominicano.
A pesar de la distancia que los separaba hay en ellos algunas características comunes bien definidas: a) afirmación de lo dominicano, b) preocupación social, c) vida en el extranjero y, d) expresión sencilla. Los Independientes del 40, señala Daisy Cocco De Filippis, "Comparten la creencia de que su poesía debe nutrirse de los valores y las preocupaciones nacionales" (Estudios semióticos, 54). A diferencia de los postumistas, que se apartaron del dolor y sufrimiento humano a cambio de exaltar la naturaleza y el color local, los Independientes del 40 armaron su poesía en base a las preocupaciones sociales y a la problemática política del dominicano.
De los Sorprendidos se desprende otro grupo de poetas
antitrujillistas llamados la Generación del 48, conformada, entre otros, por Víctor
Villegas, Máximo
Avilés Blonda,Lupo Hernández Rueda, Luís Alfredo Torres, Rafael Valera Benítez, Abelardo Vicioso, etc.
En los años sesenta, a raíz de la caída del
régimen de Trujillo, surgen los escritores de
laGeneración del
Sesenta con Marcio Veloz Maggiolo, Ramón
Francisco, René del
Risco,Jeannette Miller y Miguel Alfonseca.
Los acontecimientos políticos ocurridos entre 1961 y 1965
sirvieron para que la juventud de entonces expresara libremente todo lo que la
tiranía trujillista le había impedido decir. La poesía fue uno de los
principales recursos utilizados por esos jóvenes para exteriorizar sus
inquietudes políticas y sociales y para combatir la corrupción que irrumpió en
casi todos los rincones de la sociedad dominicana.
En la misma década, y como consecuencia de la Guerra de abril del
65, surge el movimiento llamado Poetas de
Postguerra (o Joven Poesía), con Mateo
Morrison, Andrés L. Mateo, Enriquillo Sánchez, Tony Raful, Alexis Gómez Rosa, Enrique
Eusebio ySoledad
Álvarez, entre otros.
En los años ochenta aparece un movimiento
poético que funda una ruptura con aquella generación al desentenderse de lo
ideológico y de la circunstancia histórica, creando una poesía del pensamiento
y la reflexión sobre otros temas: no ya lo social, sino lo filosófico, la muerte y lo erótico.
Entre esos poetas están Leandro
Morales, José Mármol, Plinio
Chahín, Dionisio de Jesús, Médar
Serrata, Pedro Ovalles, Víctor Bidó, José
Alejandro Peña, etc.
Cabe destacar poetas de transición de finales de los años setenta
y principios de los ochenta, como José Enrique García, autor del
libro El fabulador y Cayo Claudio Espinalcreador del Movimiento Contextualista y autor de los libros Utopía
de los vínculos,Banquetes de aflicción, Comedio (entre gravedad y risa), Las políticas culturales en la
República Dominicana, La
mampara y Clave de estambre.
También de transición, aparece en 1993 Preeminencia del tiempo, de Leopoldo Minaya, tal vez la obra poética fundamental de la última década del
siglo XX, caracterizada por un sincretismo estético y estilístico que integra
el canon clásico a las diversas escuelas de vanguardia, revelando una angustia
existencial que remonta a las esencias mismas del espíritu humano.
En esencia, los movimientos de vanguardia inauguraron un nuevo
modo de ver la literatura, pues tratan de romper con la tradición e introducir
la novedad, caracterizada por la irracionalidad y la locura como fuentes de
inspiración del arte, estos rasgos se encuentran indudablemente en nuestra
modernidad poética, la ansiedad de romper con la tradición y de crear una
poesía amétrica en ausencia de la retórica literaria.
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