Cada cierto tiempo viene al país uno que otro tunante con ropa y nombre de escritor, “empresario literario”, periodista o supuesto manager que quiere y desea poner en orden los problemas culturales, artísticos o literarios de la isla, provocando de esta suerte encendidos debates sobre la base de su probidad, gusto o experiencia supuestamente literaria. Este sujeto con su “máscara” de intelectual o “autoridad” literaria viene al país, entre otras cosas, a crear camorra, debate, juicios alegres y “gustosos” sobre el ambiente cultural local.
Visitante y “camorrista” al óleo neocolonialista, extranjero en su país, pero también en el lugar o país en el que vive o pernocta, el antojadizo sujeto nuestra interés según él, en las cosas que suceden en su país de origen, República Dominicana, pero ahora con la ya conocida pose del americano de quinta clase o nivel que ha recibido una supuesta instrucción, luciendo también cierta “formación (¿?)” en el dominio: la de “literary scout”.
El individuo al cual nos referimos es un número de pasaporte con residencia en Miami, New York o a lo mejor en otro lugar de los Estados Unidos de norte-américa, pero ya con años en el espacio del Imperio, tiene sus derechos ganados desde allí para opinar aquí, en su isla natal.
Este “literary scout” ex librero, “vendedor de cultura”, activista cultural o tal vez periodista (¿?), se siente autorizado a opinar sobre los isleños dominicanos que son los incapaces, a los que hay que organizar porque su vida cultural transcurre alejada de los centros hegemónicos norteamericanos, latinoamericanos y europeos.
El tipo de semidocto que funciona desde un hábitat inmóvil, blogero o turista, se hace pasar por experto en asuntos literarios y culturales con una fijación maníaca: sobresalir como sea, en cualquier momento, pero sobre todo en su país natal. Necesita ser tomado en cuenta como autory gestor, aunque sea de nimiedades, algazaras locales, asuntos individuales, búsqueda de espacios o entradas en materias donde su ojo errático y distorsionado es incapaz de acertar, debido a su ignorancia en asuntos de comunidad o comunidades interpretativas en una era llamada global.
Hay un vicio alojado y hasta enquistado en nuestro medio artístico, literario y cultural que en muchos casos castra la idea de un trabajo inmanente, productivo, intrahistórico y significativo. Se trata del parasitismo de los auto-denominados “managers” culturales, oficiales, oficiosos y “exclusivistas”. Esta categoría de sujetos “expertos”, suele pasearse por estas ínsulas de Dios, buscando talentos creadores, narradores, “poetas esenciales”, textos que se puedan “vender” y que sean legibles, comestibles, sencillos, fáciles de digerir, agradables, y una sarta interminable de requisitos imaginados por esos buscadores de “asombro” o “asombros”.
PARASITO CULTURAL
Así pues, se trata de un “parásito” cultural que promete dinero, fama y obra a corto o cortísimo plazo a los ilusos y “pobres” escritores, (en este caso dominicanos), que necesitan alcanzar el Hit Parade de cualquier medio editorial iberoamericano como “los más vendidos”, y que a costo de lo que sea quiere ser “antologado”, seleccionado, “managereado” y colocado en cualquier puesto visible del ecosistema editorial hegemónico, esto es, predomínante como poder.
El llamado “literary scout” (¿alpinista, “buey-escao”, sabueso de macos, realengo que busca sinceridad en “los otros”?), es un tipo patológico de pseudointelectual; “invisible” escritor que camina veraneando entre USA, Miami y la República Dominicana, creyéndose con “autoridad” para advertir, opinar, gestar discusiones contra escritores de la isla y de la diáspora dominicana en los Estados Unidos de Norteamérica, y buscarle todo tipo de defectos a este subdesarrollado país de “ángeles y demonios”.
En verdad, el “literary scout” al que nos referimos quiere ser un “canonizador”, un “listero”, un “gerente” megalómano cuya envidia ontológica es para él la “cosa-en-sí kantiana” y el objeto real o ideal de existencia. Este sujeto, personaje de una picaresca local parasitaria, nos visita periódicamente y pretende“arreglar”o establecer el canon de la novela, el cuento, la poesía, el ensayo literario o nuestras ideas, desde una superficie pasmosa poblada de larvas y recovecos propios de un espíritu dañado por la “mala leche” y el escozor provocado por de la mediocridad.
He aquí un personaje digno de la dramaturgia de Moliere y de lo que J.Baudrillard ha denominado la “cultura del simulacro”. Cierta “granja cultural” local ha puesto su fortuna en este tipo de personaje que en nuestros medios se da silvestre y que crece, se desarrolla y expande como epidemia o padecimiento endémico de la altomodernidad.
A todo lo largo de nuestra historia cultural hemos visto cómo la fantochería de cierto mundillo pseudoilustrado dominicano crece también silvestre y alimenta, prohíja, acoge este tipo parasitario y grandilocuente sin formación acreditada ni lugar académico de visibilidad en el ordenamiento específico de la cultura-sociedad dominicana, caribeña, e iberoamericana.
Sin embargo, este personaje de la duda y el fracaso moral, no sujeto a imperativo categórico alguno, encuentra en el “grupillo” de saltarines y áulicos (algunos oficiosos y oficiales), quien le tienda un plato.
Encuentra el amargado “literary scout” algún rincón para poner a funcionar su programa de estulticias y mezquindades y de esta manera sobresalir a como dé lugar. Huyendo despavorido de New York cae en Miami y quiere repetir el mismo juego, jugar el mismo rol, pero sin suerte. No entiende que aquí, en esta “ínsula extraña”, hay más talentos que lo que él se imagina.
Quiere “picar”, pero no lo consigue, pues ni para cazar talentos “tiene talento”. ¿Cuál sería el final de este personaje en la comedia humana dominicana? ¿Cuál sería su próximo destino? El “literary scout” quiere y busca acreditación pero no ha hecho carrera acreditada y ha tomado la decisión “virtual” de autotitularse“escritor y periodista”, pero sobre todo “literary scout”.
ARQUEOLOGIA, RETRATO Y ETOPEYA DE UN LITERARY SCOUT
El “literary scout” es un supuesto mediador que busca “supuestos” talentos en “paisitos” como el nuestro. Dicho sujeto es uno de esos “dotados”, sensible y experto en cazar genios desconocidos que desean entrar en el Hit parade editorial básicamente norteamericano e iberoamericano.
Pero como sabemos, el sujeto al que nos referimos no tiene siquiera talento para ver talento en otros. Se puso el título porque hay que “vivir” en un terreno donde abunda la llamada “competencia” y el “emprendedurismo” que es otro de los quehaceres de aquellos que tienen poco o nada que hacer en la sociedad norteamericana.
El sujeto al que nos referimos no puede vivir en New York, Boston, Chicago o Washington, pues se ha peleado por allá con la mayoría de sus compatriotas y sobre todo con los escritores y artistas dominicanos que verdaderamente tienen talento. Ha tenido, por lo mismo que huir de aquella comunidad, pues desde allí no se proyecta su futuro de “agente literario” o sabueso de talentos. Considera que los dominicanos de los Estados Unidos no tienen valor o el “talento” que él espera y por lo mismo se marchó con rumbo a Miami. Otra aventura de este desventurado “literary scout”.
Desde Miami y desde su blog se ha dedicado a un oficio complementari atacar a los dominicanos de New York y vengarse del Comisionado de Cultura de la República Dominicana, pero sobre todo de los trabajadores culturales, académicos, poetas, novelistas o ensayistas de allí por diversas razones que él encuentra o quiere justificar.
En efecto, desde que el supuesto “literary scout” observa que un dominicano de la llamada diáspora dominicana o de “la isla” tiene cierta importancia literaria, artística o de cualquier rama cultural, su delicado ego, su frágil yo, su entero ser, entra en crisis.
Es así como desde su blog este tipo patológico empieza a desplazar el ataque mediante la ironía, la envidia, el resentimiento dirigido y sus afanes destructivos del “otro”, del causante de su desgracia.
SIN CALIFICACIONES
Veamos ahora otro aspecto relativo al campo ocupacional de este sujeto. Al no poseer titulaciones universitarias de rigor, pues tampoco se ha ocupado de hacer carrera universitaria o académica, no puede entonces impartir a nivel superior; no puede ser profesor, ni tampoco posee la calidad o calificaciones para ocupar una profesión liberal medianamente acreditada para vivir de algún saber.
Así las cosas, el sujeto en cuestión tiene que “simular” un título y se ha puesto, se ha “graduado” el mismo, se ha autoimpuesto el título de “literary scout”. Dicho sujeto viaja de vez en cuando a su “trágica” isla con intelectuales de papel, incapaces, según él de dar o presentar soluciones a los problemas acuciantes de la vida cultural del país; y, “el veraneante” agente para la caza de talentos pernocta en el mundillo cultural capitalino, empieza de nuevo a echar hiel contra los intelectuales del país que él adversa y... Esta es parte de la historia de tal especímen.
Otro punto de referencia de dicho sujeto es la “seguridad” de sí. Necesita una pantomima, una apariencia para poder sobrevivir, pues su tabloide o teatroide implica la intriga, el desvarío, la gusanera, la peste del chisme que incide en el ecosistema pseudointelectual del país. Al abrir la puerta de lo literario, se abre también la otra puerta: la envidia necesaria para denostar e intentar dañar lo que no conoce.
Entendemos que debemos ser cuidadosos con semejante “literary scout” o tunante de ocasión, pues su actitud maníaco-depresiva, debido a los accidentes, señales y síntomas ya caracterizados, puede llegar a producir espejos o espejismos peligrosos para las comunidades interpretativas de la República Dominicana.