MADRID. El escritor venezolano afincado en España Juan Carlos Méndez Guédez se ha pasado a la novela negra en su última ficción, "Los maletines", un thriller ubicado en la Venezuela actual que el narrador necesitaba contar desde ese tono; la realidad venezolana, dice, le ha desencadenado "la furia".
Ganador del I Premio de los libreros en Venezuela 2013 por su novela lírica "Arena negra", el escritor reconoce que, en los distintos viajes realizados a Caracas en los últimos años, percibió un deterioro de la vida cotidiana "tan tremendo" que sólo seguir con el día a día rutinario precisaba la fuerza de un héroe.
Y esto, "que es un clima terrible para vivir, era una estupenda novela. Eso fue mi aliciente. Me interesa lo afectivo, lo amoroso, pero también tengo una curiosidad desmedida por la ferocidad del mundo", de la que la Venezuela actual "tiene mucho", asegura Méndez Guédez en una entrevista con Efe.
"Los maletines" (Editorial Siruela), cuenta la historia de dos supervivientes, dos amigos de la infancia que se reencuentran en un momento en el que sus vidas rozan el abismo; uno, porque es un esbirro del gobierno chavista para el que trafica con maletines cuyo contenido desconoce, el otro porque ese mismo gobierno le ha arrebatado todo cuanto posee.
Así, sin nada que perder, Donizetti y Manuel urden una estratagema de pícaros, de "lazarillos del Caribe", como los llama el escritor, para intentar "devolverle a la vida alguno de los puñetazos que la vida les está dando".
No es casualidad que el escritor utilice esa palabra; toda la novela está trufada de anécdotas donde el boxeo se convierte en filosofía de vida.
"Un autor siempre le regala a sus personajes algunos gestos propios; Donizetti, como yo, adora la música clásica sin mucho criterio, simplemente porque le gusta; Bach, 'La pasión según San Mateo' (...) y el boxeo lo tenía muy arraigado desde pequeño; esas comparaciones que hace Manuel entre sucedidos en los combates y la vida me ocurrían a mí".
Además, añade, le interesaba dar otro aire al personaje, que es homosexual, y alejarlo del concepto "del típico gay de Venezuela"
"Tengo amigos gays a los que no interesa Miss Venezuela, sino el béisbol, y Manuel es así, siente una cierta fascinación por los deportes violentos, a pesar de ser un hombre noble".
Ambos son personas con "una ética relativamente laxa, que están enfrentados a poderes muy grandes, y que deciden arañar la realidad y ver qué le pueden arrancar".
Tiroteos, sicarios, secuestros, escasez, indefensión, asesinatos sin que los viandantes se paren ni a mirar; el poder judicial más corrupto del mundo ("sólo se resuelven siete de cada cien casos", se lamenta Méndez Guédez), y a la vez ese olor a jabón y primavera que desencadena, a pesar de todo, el buen humor de los venezolanos.
"Caracas se ha vuelto una ciudad muy dura, muy áspera, pero cuando escribes, el dolor se alivia", resume el cuentista creador de "Ideogramas" y "Hasta luego, míster Salinger".
Y "no se trata de denunciar -añade-, es que el escritor es el que ilumina lo que una sociedad no quiere mirar. Uno tiene amigos allí, la familia, que nos cuentan, y pienso hasta qué punto no hay que hablar de esto que está pasando".
"Echaba en falta en la literatura de mis paisanos su día a día, el discurso de la violencia, de la delincuencia, de las cifras: 22.000 homicidios y 16.000 secuestros al año, y son cifras extraoficiales, porque la solución que se dio al problema fue no dar cifras oficiales; esto es un país en guerra", resume el barquisimetano, criado en Caracas.
Aclara asimismo que no es una obra periodística, ni de investigación, sino "de absoluta ficción donde se enlazan sucesos que han ocurrido verdaderamente".
Méndez Guédez cuenta con que algunos lectores "van a creer que estoy exagerando, pero quien tenga curiosidad que teclee internet, ahí están la morgue de Caracas, en primera página de un periódico que fue multado por ello; la mutilación de una niña secuestrada. Reinterpretaciones de cosas que pasaron, entretejidas como anécdota, cuando en realidad son parte del caos".
Ganador del I Premio de los libreros en Venezuela 2013 por su novela lírica "Arena negra", el escritor reconoce que, en los distintos viajes realizados a Caracas en los últimos años, percibió un deterioro de la vida cotidiana "tan tremendo" que sólo seguir con el día a día rutinario precisaba la fuerza de un héroe.
Y esto, "que es un clima terrible para vivir, era una estupenda novela. Eso fue mi aliciente. Me interesa lo afectivo, lo amoroso, pero también tengo una curiosidad desmedida por la ferocidad del mundo", de la que la Venezuela actual "tiene mucho", asegura Méndez Guédez en una entrevista con Efe.
"Los maletines" (Editorial Siruela), cuenta la historia de dos supervivientes, dos amigos de la infancia que se reencuentran en un momento en el que sus vidas rozan el abismo; uno, porque es un esbirro del gobierno chavista para el que trafica con maletines cuyo contenido desconoce, el otro porque ese mismo gobierno le ha arrebatado todo cuanto posee.
Así, sin nada que perder, Donizetti y Manuel urden una estratagema de pícaros, de "lazarillos del Caribe", como los llama el escritor, para intentar "devolverle a la vida alguno de los puñetazos que la vida les está dando".
No es casualidad que el escritor utilice esa palabra; toda la novela está trufada de anécdotas donde el boxeo se convierte en filosofía de vida.
"Un autor siempre le regala a sus personajes algunos gestos propios; Donizetti, como yo, adora la música clásica sin mucho criterio, simplemente porque le gusta; Bach, 'La pasión según San Mateo' (...) y el boxeo lo tenía muy arraigado desde pequeño; esas comparaciones que hace Manuel entre sucedidos en los combates y la vida me ocurrían a mí".
Además, añade, le interesaba dar otro aire al personaje, que es homosexual, y alejarlo del concepto "del típico gay de Venezuela"
"Tengo amigos gays a los que no interesa Miss Venezuela, sino el béisbol, y Manuel es así, siente una cierta fascinación por los deportes violentos, a pesar de ser un hombre noble".
Ambos son personas con "una ética relativamente laxa, que están enfrentados a poderes muy grandes, y que deciden arañar la realidad y ver qué le pueden arrancar".
Tiroteos, sicarios, secuestros, escasez, indefensión, asesinatos sin que los viandantes se paren ni a mirar; el poder judicial más corrupto del mundo ("sólo se resuelven siete de cada cien casos", se lamenta Méndez Guédez), y a la vez ese olor a jabón y primavera que desencadena, a pesar de todo, el buen humor de los venezolanos.
"Caracas se ha vuelto una ciudad muy dura, muy áspera, pero cuando escribes, el dolor se alivia", resume el cuentista creador de "Ideogramas" y "Hasta luego, míster Salinger".
Y "no se trata de denunciar -añade-, es que el escritor es el que ilumina lo que una sociedad no quiere mirar. Uno tiene amigos allí, la familia, que nos cuentan, y pienso hasta qué punto no hay que hablar de esto que está pasando".
"Echaba en falta en la literatura de mis paisanos su día a día, el discurso de la violencia, de la delincuencia, de las cifras: 22.000 homicidios y 16.000 secuestros al año, y son cifras extraoficiales, porque la solución que se dio al problema fue no dar cifras oficiales; esto es un país en guerra", resume el barquisimetano, criado en Caracas.
Aclara asimismo que no es una obra periodística, ni de investigación, sino "de absoluta ficción donde se enlazan sucesos que han ocurrido verdaderamente".
Méndez Guédez cuenta con que algunos lectores "van a creer que estoy exagerando, pero quien tenga curiosidad que teclee internet, ahí están la morgue de Caracas, en primera página de un periódico que fue multado por ello; la mutilación de una niña secuestrada. Reinterpretaciones de cosas que pasaron, entretejidas como anécdota, cuando en realidad son parte del caos".
0 comentarios:
Publicar un comentario