miércoles, 8 de agosto de 2012

"Cultura aporta al PIB el 6%"


El primer ministro de Cultura que ha tenido el país está a punto de dejar la cartera. Ocho años de práctica, primero al frente de la Secretaría y luego del Ministerio, le obligan a hablar en primera persona, aunque insiste en hacerlo en plural.
P. ¿Se puede hablar de una Política Cultural en los últimos ocho años? ¿Cuáles serían los cinco puntos más relevantes?
R. Si entendemos por política cultural todo plan coherente, planificado, evaluado con rigurosidad y aplicado con sentido creativo y gerencial, como parte de un programa formal de desarrollo, estamos seguros que durante estos ocho años se llevó a cabo, por primera vez, una auténtica política cultural.
Podemos afirmar que, aunque resulta difícil clasificar logros -porque aunque parezca inmodesto son muchos- si pudiésemos resumir los mismos diríamos, que esta gestión cultural del gobierno del presidente Leonel Fernández: creó una plataforma cultural dinámica y gerencialmente moderna, que no existía antes; incentivó una política de fomento del libro y la lectura como nunca antes desde el sector oficial se había ejecutado; transformó las compañías artísticas oficiales y renovó y creó nuevos estamentos como el Proyecto de Danza Contemporánea (Prodanco), la Orquesta Filarmónica del Cibao o el Ballet Folklórico de Santiago; formó a unos 50 gerentes culturales, con que el país no contaba, permitiendo que los gobiernos del PLD cuenten hoy por hoy con los mejores cuadros culturales de la República con experiencia gerencial; creó el Sistema Nacional de Escuelas Libres; impulsó, desde la visión y directriz del presidente Fernández, el mayor programa de infraestructura cultural; descentralizó la acción cultural gubernativa, realizando un vasto programa de acciones en las provincias, creando una unidad editorial exclusivamente para cada región, fundando certámenes culturales provinciales y regionales, y afianzando la dinámica cultural en los pueblos del país; fomentamos la presencia en los foros internacionales de cultura. Y todo realizado en un marco de pluralidad, de sentido participativo, de transparencia que no debe dejarse de mencionar.
No cinco, te puedo reseñar ahora mismo 100 acciones que realizamos que nunca antes se habían hecho. ¿Acaso no es ésta una verdadera política cultural?
P. ¿Cuál ha sido el más importante impacto en el sector cultural en el país durante los últimos ocho años?
R. Sin duda, la dinamización cultural. La creación de un eje cultural motivador y con credibilidad, que fue tan contundente que importantes empresas, instituciones relevantes y personalidades solicitaban que el Ministerio de Cultura y su logo, se incorporasen a sus proyectos, aun cuando no aportásemos ni un centavo, sino porque deseaban que el nombre de nuestra institución estuviese presente. Eso no es común con entidades del sector oficial. La credibilidad y sentido gerencial de las acciones emprendidas nos otorgaron este sello de aceptación.
Dinamizamos la vida cultural de tal modo que el presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) dijo en la única convocatoria de Ministros de Cultura que ha realizado ese organismo internacional, celebrado hace tres años en Washington, que Santo Domingo, gracias a su intenso programa cultural de los últimos años, estaba situado junto a Ciudad México, Bogotá y Buenos Aires, como ciudades de intensa vida cultural y con programas ejemplares de desarrollo en el ámbito de la cultura.
P. ¿Si ahora comenzara todo de nuevo haría las mismas cosas que hizo en la cartera? ¿Qué cambiaría?
R. No me gustan los supuestos ni las presunciones. Soy hombre de hechos y realidades en el plano gerencial de la cultura. Cuando llegamos en el 2004, sabíamos ya por donde comenzar y lo que teníamos que hacer. Conformamos un equipo de primera categoría. Unos se quedaron en el camino, otros siguieron hasta el final, algo previsto, pues el que conoce de gerencia moderna, y en la administración pública esto se acrecienta, sabe que esos son gajes del oficio. Por eso, a los cien días de gobierno ya podíamos exhibir logros que no se pudieron contabilizar en los cuatro años de la gestión anterior. Siempre hay cosas que modificar, acciones que se emprenderían de otra forma, pero siempre digo en distintos escenarios que cualquier ejercicio de la función pública, por más planificación y buena intención que se tenga, se supedita, se quiera o no, a dos realidades contundentes: presupuesto e imprevistos. Sin dinero suficiente, no hay política cultural que pueda implementarse y sostenerse, y los imprevistos, son "pan nuestro de cada día" en el terreno cultural. Ay de quien no atienda esos imprevistos, muchas veces creados y fomentados por las múltiples "guerritas de Rosendo" que se dan en este campo minado de la cultura.
P. Las industrias culturales parecen ser una asignatura pendiente, al menos parcialmente, del actual gobierno. Partes de ella, como la industria cinematográfica tiene un decidido apoyo, mientras otras como la industria de la música sigue en declive. ¿Qué obstáculos le impidieron llevar adelante este punto? ¿La tecnocracia fue uno de ellos?
R. Los primeros que hablamos de industrias culturales o creativas desde la esfera oficial fuimos nosotros. Antes de llegar al gobierno, organizamos un seminario en Funglode con un grupo de especialistas del país y del exterior, cuyas exposiciones se recogieron en un libro. Luego, al llegar, organizamos un seminario con expertos internacionales, mediante un acuerdo con el Convenio Andrés Bello, ya desaparecido, en la Pontificia Universidad Católica Madre y Maestra. Ni los protagonistas culturales entendían lo que decíamos, ni tampoco las autoridades del Banco Central que no comprendían el por qué yo solicitaba abrir una cuenta satélite para determinar los aportes de la cultura al Producto Interno Bruto. El Banco Central nos asignó al economista Pavel Isa, excelente, pero al poco tiempo este profesional partió a la esfera privada, y ya no volvieron a asignarnos a más nadie. Teatristas, músicos, artesanos, cineastas, escritores, no se asumían como industrias culturales. Y esto fue un obstáculo mayor, que ha requerido de múltiples encuentros, incluso de una feria de industrias creativas que realizamos con el apoyo de España en el Club Mauricio Báez, y que fue muy exitosa. Creo que hoy se entiende mejor el asunto.
Entiendo que vamos por buen camino, pues el libro y el cine tienen ya los instrumentos legales para fomentar sus respectivas industrias. La industria del libro está en crisis en el mundo, y obviamente en un país de lectores limitados, o sin editoriales formales como el nuestro, esta crisis afecta su desarrollo. El teatro se irá asumiendo como industria cultural, la artesanía -aunque algunos no la incluyan en la industria cultural- tiene un auge sorprendente, que no se conocía en muchos años. Tenemos en el MINC un departamento de Industrias Culturales, pero el hecho cierto es que necesitamos que se abra la cuenta satélite en el Banco Central para que se mida el PIB cultural y entonces se vea que la cultura realiza un aporte sustancial a la economía dominicana, que según expertos españoles que realizaron un estudio es superior al 6%.
P. ¿Cuáles fueron las principales incomprensiones con que se encontró en un 'consejo de ministros' donde los políticos y tecnócratas eran mayoría?
R. Nunca se dio ningún hecho de ese tipo, y estamos saliendo del gobierno con un alto nivel de aceptación y credibilidad. Nuestra gran amiga, Ligia Amada Melo de Cardona, me decía en días pasados: "Lantigua, ustedes construyeron el Ministerio, crearon una plataforma que no existía, todo lo que se hizo ahí se hizo por primera vez, y eso debe enorgullecerte". Fue un elogio que valoro muchísimo, porque doña Ligia no es dada a elogios gratuitos.
El presidente Leonel Fernández me estimuló y acompañó todo el tiempo en esta tarea. En el gabinete solo tuvimos siempre expresiones de simpatía y amistad, pues en verdad todo el gabinete se manejó siempre con un alto nivel de armonía.
P. La Biblioteca Nacional, cuya remodelación se inaugura este lunes, lleva cinco años sin funcionar, o brindando los servicios mínimos. ¿Por qué se demoró tanto su remodelación?
R. La Biblioteca Nacional es una de las grandes obras de nuestro gobierno, en el terreno cultural. Una de las dos grandes infraestructuras diseñadas en este periodo, junto al Palacio de Bellas Artes. El presidente Fernández tenía el propósito de rehacer por completo la Plaza de la Cultura, pero no le alcanzaron los recursos; las demandas son múltiples desde todos los sectores. Creo que los problemas de recursos afectaron el tiempo de reconstrucción de la biblioteca, que ahora queda preparada para albergar un millón de libros y que, como veremos muy pronto, se convertirá en el principal eje intelectual del país, así como Bellas Artes ha devenido en el centro artístico por excelencia.
P. La Feria Internacional del Libro tuvo una preeminencia en la vida cultural del país. Incluso otros sectores de la vida cultural lamentan que se le diera tanta importancia al libro. ¿Seguirá de algún modo unido a ella fuera ya de su cargo? ¿Qué piensa que debería preservarse por encima de todo?
R. Cuando convertimos, a instancias del presidente Fernández, la Feria Nacional del Libro en feria internacional, ya la gran mayoría de países de América Latina tenían años con sus certámenes bibliográficos anuales, y en el Caribe, Cuba era un ejemplo. Hoy es no solo la mayor del Caribe y Centroamérica, sino que no hay otra como la nuestra en toda Hispanoamérica, que conjugue, junto al libro, a todas las expresiones artísticas y culturales, lo que nos convierte en un festival cultural sin iguales en el mundo. Alfredo Bryce Echenique, cuando nos visitara, nos dijo que debíamos ir a Perú para enseñarles cómo se hace una feria del libro. De aquella feria que se celebraba antes de 1997 a la de hoy, no hay punto de comparación.
Han sido 15 años de un fructífero proceso, que como industria cultural ha permitido que, de apenas un millón de pesos que movilizaban las ferias anteriores, hoy tengamos una empresa cultural que moviliza alrededor de 350 millones de pesos en ventas, servicios, beneficios de sectores colaterales y de la cadena productiva de cultura. En la misma venta del libro, durante las tres semanas de duración de la feria, la mayoría de los expositores venden lo que quizás no consiguen en un año.
Debo decir que nuestra feria es grandemente elogiada fuera del país, que los cientos de visitantes extranjeros que hemos tenido afirman no haber visto nada igual en otra parte, y que por tanto debe ser preservada, cuidada y alimentada cada vez con nuevos impulsos. Es una feria de la cultura, con el libro como protagonista, donde tienen cabida todas las expresiones del arte y de pensamiento, en un ambiente de pluralidad que no existe en toda la sociedad dominicana, y es una industria cultural que moviliza la actividad económica durante las fechas de su celebración. Preservarla es un deber de todos.
P. ¿Cuáles son los proyectos relevantes que más se han afectado producto de la situación económica?
R. Podría mencionar tres. El Sistema Nacional de Escuelas Libres necesita más apoyo financiero para que cumpla cabalmente sus objetivos. Se necesita abrir más escuelas libres en barrios y municipios, para enfrentar la delincuencia, descubrir talentos y reformular la vida misma de los habitantes de las comunidades. Es un proyecto que cultiva el talento y la creatividad y entiendo que debe seguir siendo un programa cumbre de cualquier gestión cultural, pero con más recursos. Otros más es el Museo Nacional de Historia y Geografía, que debe ser reconfigurado y reabierto para que los escolares sobre todo tengan un canal de conocimiento directo de nuestra historia. Parte de su colección sirvió para armar otro museo, y en consecuencia se requiere ahora de que un grupo de expertos lo tome en sus manos y se formule el proyecto de su nueva configuración y objetivos, ya que su museografía fue diezmada durante décadas y la edificación no logramos que fuese restaurada.
Y el tercero, es fortalecer la oferta del patrimonio cultural, para lo cual ya se dieron pasos gigantes, con la definitiva conformación -luego de siete años en ese proceso- de la Comisión Rectora de la Ciudad Colonial, que creo podría dar un nuevo giro a la necesaria transformación de la ciudad ovandina. Desde luego, el patrimonio cultural está diseminado en todo el país, de modo que se requieren recursos cuantiosos para actualizarlos y ponerlos en vigor, para que sean apreciados como tales y constituyan parte importante de la oferta turística dominicana.
P. ¿Qué hará después de salir de la cartera? ¿Desearía otro período como ministro de Cultura?
R. Mi misión en el ámbito gerencial de la cultura, creo que ya concluyó. Ocho años es mucho tiempo. Y aunque mucha gente no lo crea, son años de sacrificios y desvelos múltiples, nunca bien recompensados a causa fundamentalmente de la mezquindad y los desmanes de los que Yaqui Núñez llamó alguna vez "los francotiradores de la envidia" y "los derrotados del triunfo ajeno".
Es hora de partir y dejar a otros la responsabilidad. Siempre he sido una persona de vida profesional activa, tanto en la empresa privada como en empresa propia. Y, además, un hombre de la cultura. De modo que permaneceré atento a todo lo que se haga en este sector y yo mismo promoveré planes en el ámbito privado. Pero, debo decir que decidí seguir en la política activa, desde otros ángulos.
Soy miembro del Partido de la Liberación Dominicana desde hace 12 años y en consecuencia me debo, por disciplina partidaria, a la decisión que puedan tomar sobre mí en el futuro inmediato, los líderes del partido, comenzando por mi mentor y guía, el presidente Fernández. No tengo ni apremios ni stress ninguno. El tiempo dirá.

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