lunes, 17 de mayo de 2010

CULTURA GENERAL: INDICIOS DE DICTADURAS EN LATINOAMÉRICA

INDICIOS DE DICTADURAS EN LATINOAMÉRICA

Por Pedro Ovalles

La libertad verdadera consiste en la posibilidad mínima de darle sentido a la realidad y darle realidad al mundo siempre consiste en una tarea por hacer. La libertad no nos he dada. La debemos hacer y la hacemos buscándola. Ni siquiera el sombrío (aunque siempre sonriente) Maquiavelo se atrevió a decir lo contrario.

Carlos Fuentes

Quien escribe no ha vivido dictadura alguna, aunque nací en la postrimería (1957) de la represión trujillista; pero sí he leído textos de temas históricos contentivos a ese aciago periodo de nuestra historia política. Los que no tenemos esa experiencia: vivir en un medio cuya sociedad esté controlada en todos los órdenes de su vida por la voluntad exclusiva de un sujeto que se erige como monarca, dueño y señor de las decisiones que se tomen, sí podemos, si somos lectores asiduos y metódicos, conocer las duras limitaciones que supone pertenecer a un Estado autocrático, totalitario.

Aunque en Latinoamérica ya los gobiernos de facto son cosa del pasado (el caso reciente de Honduras desmiente tal aseveración), lo cierto es que se ha consolidado en cierta medida un sistema político seudodemocrático que permite ciertas libertades a los ciudadanos de sus respectivos países, no menos cierto es que el traje represivo de unas décadas atrás que exhibían algunas de estas naciones latinoamericanas arropadas por regímenes de fuerza, hoy podemos decir que ha cambiado; sin embargo ha cambiado sólo de color porque se ha desteñido; lo que ha hecho es voltearse: es el mismo ropaje pero puesto al reverso; lo han invertido para que lo de afuera quede hacia adentro, y lo de adentro se exhiba hacia fuera.

Me explico: nuestros pueblos latinoamericanos han aceptado hasta la fecha tal situación. Sin embargo, se percibe la voluntad de ponerse otra vestimenta donde la justicia social sea más asequible y el grado de institucionalidad esté a la altura de estos tiempos del siglo XXI. Pero sólo han sido tentativas.

Antes, en plena tiranía trujillista (1930 hasta el 1961) aquí en Santo Domingo; en Chile, con el general Augusto Pinochet Ugarte, quien ostentó el poder en ese país entre 1973 hasta el 1990; en 1934 hasta el 1979 en Nicaragua con Anastasio Somoza y familia; en 1954 hasta el 1989 en Paraguay con Alfredo Stroessner; en 1964 hasta el 1984 en Brasil con Ernesto Geisel; en 1966 hasta el 1978 en República Dominicana otra vez con Joaquín Balaguer (Civil); en 1971 hasta el 1982 en Bolivia con Hugo Banzer; en 1971 hasta el 1985 en Uruguay con José María Bordaberry (Civil); en 1976 hasta el 1983 en Argentina con Jorge Rafael Videla, entre otras dictaduras más, pues no se podía disentir del régimen; cuestionar sus medidas era aceptar la defunción; en fin, exigir los derechos que le conciernen al ciudadano era caer en la peor desgracia.

Había un terror generalizado en la población. Por lo regular había que callar, no reclamar nada, enmudecer forzadamente, so pena de ir a la 40, al campo de torturas o de concentración; ser victimado, totalmente aniquilado en la peor inhumanidad. Pues toda dictadura reprime, es intolerable, cruel, no tiene más ley que la voluntad del jefe, o del Señor Presidente omnipotente, sabelotodo, superlíder, comandante militar y político (aunque sea gobierno civil); sus palabras son órdenes duras; sólo él decide, dictamina, no deja que le hagan sombra porque devora, reduce a obediencia, descalabra con mecanismos sutiles y a veces aplica la “ley del garrote”, de la exclusión expresa, del silencio torturador; saca de su mapa y de todas posibilidades de acceso a cargos públicos o estatales a todos aquellos que se declaren contrarios a su gobierno o partido en el poder.

El ciudadano que no le rinde homenaje, que no sea dócil a la voluntad de un superlíder así, que no calle, que no sea “aguajero”, “tumbapolvo”, “lavasaco”, que no sea de su parcela política de forma confesa y resignado, o que no sea un correligionario de sus huestes, no le queda más alternativa que “enterrarse vivo”, porque será aplastado, ignorado, discriminado, humillado, minimizado, desconocido; es como si fuera un pobre extranjero sin identidad alguna, sin memoria, una sombra, una entelequia, un cadáver andante.

En Latinoamérica en la actualidad se está dando una situación peligrosa para el futuro político de estas naciones del hemisferio. Creo que se está gestando cierto conato de dictaduras. Hay indicios. Las reelecciones han vuelto a ponerse de moda. ¿Acaso ésa no fue una causa (entre otras muchas más quizás de más peso) que hizo posible las diferentes dictaduras que tuvimos a todo lo largo del siglo XX? ¿Acaso los líderes únicos, omnipotentes, recelosos de que les hagan sombra, pues no terminaron siendo dictadores, aun ellos vociferando poses de demócratas? ¿No fue ésa otra de las tantas causas del surgimiento de las sanguinarias tiranías pasadas y ya mencionadas en esta misma exposición?

Percibo algo funesto que puede en el futuro dar al traste con futuras dictaduras en este hemisferio: la alternabilidad en el poder, como uno de los tantos mecanismos de funcionamiento de la democracia y contención para aquellos gobiernos de pretensiones continuistas, se ha comenzado a dejarse a un lado, como que ya se está pretendiendo descontinuar esa opción democrática, pues los regímenes de estos tiempos en Latinoamérica están exigiendo continuar en el poder más allá de su periodo gubernamental, por lo que están constantemente modificando la Carta Magna para justificar “seguir haciéndolo bien”, y como tienen a mano todos los resortes del Estado, los utilizan para convencer a la población de que es necesario y es un bien para las naciones que gobiernos que hayan contribuido a mantener estabilidad económica y política, pues se mantengan por varios periodos constitucionales, digamos entre comillas; y después, poco a poco, subrepticiamente, van implantando la exclusión y el silencio entre sus oponentes inflexibles, ante los reclamos de las poblaciones, reclamos que serán resueltos si tal acción le granjea a tal o cual político candidato resultados en las elecciones próximas.

Situación mencionada que debilita el orden institucional, diseminando y profundizando la impunidad, la inmunidad en los burócratas, en los de cuello blanco. Asimismo, poco a poco, se van controlando los distintos organismos gremiales, el Congreso Nacional, los Ayuntamientos; se va creando una empleomanía parásita y adulona; surge, por consecuencia, una burocracia estatal que incide en el control de la Justicia, la Educación, la Salud, todo un montaje planificado con la única intención de perpetuarse en el poder.

Hasta la oposición se resquebraja producto de que el partido en el gobierno crea estrategias y estratagemas para sonsacar sus miembros y dirigentes, ya que en el fondo lo que busca es cero oposición, allanar el camino para reinar como partido único, como clase gobernante acaparadora de todo el suscitar de la vida nacional. Es por ello, pues, que percibo en Latinoamérica un proceso de putrefacción institucional que se está acrecentando, y que si seguimos así, no muy tarde surgirán regímenes totalitarios.

Ahora resulta que hemos caído en una seudodictadura, sutil, camuflada. Antes te aniquilaban si protestaba o cuestionaba el gobierno, o te oponía al dictador; pero ahora surge que te excluyen y te aplican el silencio, y así sucesivamente te van aplastando, convirtiéndote en un ciudadano cadáver, en una momia social; esto, si eres opositor sin precio, ciudadano no alineado, contestatario, con cierta pose de libre pensador, amante de la justicia real, de la libertad no contaminada, de la democracia verdadera. De ahí la tanta frustración entre la juventud latinoamericana, el incremento de la delincuencia, el alto consumo y tráfico de drogas, la acentuación alarmante de la pobreza; en fin, la desigualdad social.

En estos tiempos muchos regímenes latinoamericanos que dicen ser democráticos, están fertilizando la idea de que las sociedades deben reelegirlos por varios periodos consecutivos, cuyos líderes son ley, batuta y constitución en sus respectivos partidos. Se hace lo que ellos digan. Incluso, han surgidos movimientos en algunos países que dicen así: “Lo que diga…”.

Ojalá esté equivocado. Ojalá sea todo lo contrario. Pero los indicios son bastantes elocuentes. Despertemos. Miremos más allá de la nariz. Busquemos con tiempo los antídotos. Y que Dios nos proteja, hoy mañana y siempre.

Moca, 24 de abril de 2010

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