SANTO DOMINGO. José Mármol, quizás el poeta vivo más importante de República Dominicana, acaba de publicar, junto al fotógrafo artístico Herminio Alberti, un libro titulado "Casa de sombras", donde la poesía y la imagen se complementan para conjurar el pasado.
P. ¿Cómo nació la idea?
R. Herminio Alberti tomó una serie de fotografías de la casa, y me las presentó para ver si me parecía interesante escribir algunos textos sobre esas fotografías. Las vi, y me pareció interesante, pero nos fuimos a la casa un par de veces, y allí me ambienté desde el punto de vista emocional. Y a partir de ahí, sí comencé entonces el proceso de la escritura poética.
P. Pudiera parecer una obra hecha por encargo, aunque no lo es...
R. Hubo una conjugación de sensibilidades, la del fotógrafo artístico y la del poeta.
P. ¿Qué fue lo que más impresionó al poeta de esa casa?
R. Para mí, lo asombroso realmente fue imaginarme lo que allí acontecía como vejamen a las mujeres que allí eran llevadas, porque sabes que esa casa, más que una casa de veraneo, era un refugio para las aberraciones sexuales del tirano. Entonces, cuando caminé ese entorno, y los tres pisos de la casa ya en ruinas, francamente sentía que sombras me acompañaban, en las paredes adivinaba rostros en las manchas; e incluso, y se lo dije a Herminio, oí voces, voces quejumbrosas.
P. ¿Por qué Herminio decidió hacer estas fotos que no son un homenaje a ese pasado? Porque muchos podrían pensar que es revivir algo que de alguna manera está muerto.
R. No. Yo no creo que Herminio esté de acuerdo con ese criterio. Porque, tanto Herminio como yo, hemos querido reivindicar a las mujeres y a hombres -por qué no- que allí padecieron degradación humana. Lo que vimos fue una oportunidad de que un pasaje de la Historia, que si lo buscas en los libros que hablan de la Era de Trujillo y demás, no van a encontrar eso. Si tú buscas literatura hoy día sobre la Casa de Caoba, te vas a encontrar con un par de reportajes periodísticos. Nosotros lo que quisimos fue reivindicar a los seres humanos que allí padecieron abusos, degradación, vejamen. Y por eso justamente, porque se trata sobre todo de mujeres y de niñas, donamos en otro gesto simbólico de reivindicación, la obra al Patronato de Ayuda a Casos de Mujeres Maltratadas (Pacam).
Un poema
Heme aquí, soy yo mismo, el indignado enfermo de las crueles solitarias, sobreviviente único de todo este holocáusto.
Me salvé de calieses, esbirros y sicaruios.
Me salvé del furor de las fiestas depravadas.
Me salvé de las botasbien lustradas del terror, de su fusta de cuero y del chorrito apenas gastado de su voz. Me salvé de la verga culebrera del sediento y del olor a himen alojado en su pulgar.
Soy testigo de un timepo, una orgía, un estertor.
Fui víctima de horrores, una juerga, un desvarío, un pasado muy presente en el sueño por venir.
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