GARRAS DEL VAPOR
(LIBRO INÉDITO)
LEONI DISLA
MIEMBRO DEL TALLER LITERARIO TRIPLE LLAMA DE MOCA
ÍNDICE
POEMAS PÁGINAS
-DIBUJO………………………………………..3
-ARENA TRAS ARENA……………………...4
-LAS HOJAS CAEN…………………………..6
-GARRAS DEL VAPOR……………………...8
-YOIGUIN DE DESPEDIDA………………..10
-AUTOMATAS……………………………….11
-COMO UN RETRATO……………………..13
-SUEÑO ROTO………………………………15
-¿VIVIR EL PASADO?..........................17
-¿EN DONDE ESTAS?..........................19
-ABSORBEME, VIENTO……………………21
-VENDAS OBSOLETAS…………………….23
-CAUTIVANDOME ME LIBERASTE……..24
-NAIPES ENBRIAGADOS………………….25
-UN INSTANTE……………………………….26
-TU VIDA ES UN CUENTO…………………28
-LLUVIAS Y NIEBLAS………………………29
-LLUVIAS DEL ALMA……………………….30
-
-FUEGO DE MIL ESPADAS………………..33
DIBUJO
Dibujo en el tiempo y es el tiempo quien me dibuja. Dibujo una sonrisa, una lágrima feliz, el adiós sin regreso, la lágrima que suda, una colmena de abejas que sale de mi alma o del grito de mis venas. Dibujo el dolor que bosteza. Dibujo y dibujo, sin prisa y sin descanso, porque hasta mi descanso dibujo en el papel que marcha segundo a segundo por su largo camino, en su viaje sin regreso. Y es mi vida de carbón y madera, leve como pluma, que va quedándose plasmada en los dibujos de la vida.
ARENA TRAS ARENA
Una flor vi hundirse debajo de las arenas abigarradas con las lágrimas. Una flor y sus pétalos palpitando rosas. Sueños que tenían que morir. Flor serena y alegre. Hoy seguro ríe debajo de las arenas. Ellas le guardan a su pelo, a su risa un espacio. Arena tras arena se ocultó un espacio y su universo; sus cantos, sus recuerdos: abismo de un caer infinito. Los sueños: castillos erguidos que llevan su nombre y hoy deambulan sin sentidos allá donde los dejé, allá cerca de Orión, en el sol, debajo de las arenas. Todo el pensar, todo el soñar, todo el vivir, todo con su nada; ya la aprecian, ya la acarician las arenas. Las arenas: cuerpo de extraña independencia que anda siempre unido en un batallón de colores, haciendo de su mundo, un arco iris que no puede eludir su beso a la sal; pero que hoy guarda en su vientre todo lo que fue, todo con su nada. Todo duerme allí. Todo se quedó allí, debajo de las arenas, arenas que hoy yacen como las peñas en los lejanos desiertos de un corazón.
LAS HOJAS CAEN
Las hojas caen, por más fuerte y vigoroso que el árbol sea. Las hojas caen, a veces ligeras y tiernamente; a veces bruscamente y de repente; pero caen y a su vez destierran un universo de espejismo, o besan algún color del arco iris de la vida. Caen, amigos, las hojas caen: como ebrias enredándose por los cabellos del dulce aire, mientras caen con un hondo mutismo, al igual que el fiel guerrero que cae tendido y sin remedio en el campo de batalla, tras la muerte de su propia espada impulsada por sus propias manos. Así caen las hojas, con un grito y un lloro de un silencio desconocido; caen sin retorno, con un adiós insondable, reconocen su derrota, y dándole la mano a la muerte, se van para siempre: así como todo hombre, así como toda ilusión.
GARRAS DEL VAPOR
Se va la mirada con su gesto: la flor con sus pétalos y el crepúsculo en el tren de un anochecer. Todo lo bueno se evapora y a la vez se queda como las huellas en las piedras; se esfuma dejando su todo clavado en el corazón, allá muy adentro. Son como garras después del vapor que se quedan arañando el ser hasta los tuétanos de sus entrañas; pasajeros que nunca llegan a sus destinos; brisa que pasa quebrándose y deja su sustancia durmiendo en algún recodo. Vapores infinitos, pues se van y se quedan: rayando el espacio y sumergiendo sus garras en los indefectibles recuerdos. Es como una muerte que tiene una eterna vida: espuma que al desvanecerse hechiza los segundos elevándolos al infinito; grieta que ensancha la paz del alma pero que no admite anestesia ni puntos. Lluvias que mientras caen inundan los suelos siempre ocupando el mismo lugar en el mismo espacio con el mismo cuerpo. Vapor que al desintegrarse deja su alma en forma de cruz con sus brazos extendidos intensamente apretando.
YOIGUIN DE DESPEDIDA
Voy a clavar una daga en el vientre… No habrá más palabras. Se callará junto con los resonantes ríos y los bramidos de los mares: el fonema acre que produjo este mi corazón. Y la faz se hará ausente como mirando a la nada. Voy a clavar una daga en el vientre… Tal como lo hace un samurai en el rito harakiri: escenario donde éste hunde el filo sin temblor en su vientre, prefiriendo dejar el hueco de una distancia antes que la mueca de una deshonra. De igual modo clavaré la daga en el vientre de este putrefacto pensamiento, lacerante enemigo eterno y éste es el yoiguin de su despedida.
AUTÓMATAS
El círculo se torna (al paso de los segundos) menos interesante, menos tierno, menos palpable, e irónicamente multitudes se complacen en darles vueltas y más vueltas, y dentro de ellos nadie protesta, todos sonríen y como si nada pasara caminan y hablan bien entretenidos; y van todos sometidos a un extraño ritmo (vaga cadencia). Vistiéndose. Andando. Dialogando. Todos son iguales como las hojas de un mismo árbol. Una tuerca se cae y alguien (sin saber por qué y para qué) la toma y poniéndola en su lugar la aprieta. Todos van hacia delante; van, y aunque no sepan a dónde, pero corren todos hacia el frente (sin saber la razón): corren hacia delante (como si su propia ignorancia los persiguiera a pasos gigantes).Van dándoles vueltas sin descansar a un pobre círculo muerto, y raramente quien se marea pues son autómatas máquinas orgánicas de carne y nervios de lata. Máquinas humanas: hoja de latas y huesos que presumen ser las más apuestas en su mundo de tarjetas perforadas, de tornillos y tuercas.
COMO UN RETRATO
Como un retrato helado, como un retrato, paralizado dentro de un hielo, helado sin poder ir ni hacia atrás ni hacia delante, totalmente estático como si la epidemia que atrapa a los ordenadores me hubiese conquistado a mí también, como si un dulce hechizo se halla adueñado de mi existencia dejándola pasmada más que atónita. Y sobre el origen de este fenómeno no me preguntes, porque no lo sé, no sé si esto es amor, pasión, o si es que he atravesado el lindero hacia la locura. Pero algo me ha dejado congelado en el frío fatal que funda y hace de mí una fotografía. Neutro como un árbol estoy, parado en una sola melodía que recorre días tras días (cual si fuese jinete) por mi mente, mente que está helada también así como yace mi vida, la lluvia, el canto… Helado el corazón y todo lo existente, en los pensamientos que hablan sólo por ella.
SUEÑO ROTO
Sahumada la utopía que trajo el destino. Sueños congelados desintegrándose gota a gota en un río de aguas negras. La catarsis se ha tornado un adefesio en esta vana búsqueda de lenitivos, en donde el corazón resuelto de ademanes tilda sus pinceladas (como si fuesen las últimas) en el cuadro de la vida. El rosario yace roto y ausente su rezo y la canción alcoholizada de alegría cambió su acento; ahora es endecha triste como el paso lento del reloj. Recomendaciones de falsos amuletos ¡aquí! donde no funciona la magia ¡aquí! donde el encanto está roto como el sueño que nació despierto. Grieta blindada con ardua disciplina. Epidemia y lluvias de palabras que caen desechas en las cenizas del tiempo. El plenilunio consuela la lágrima, consuela el moribundo latir, consuela todo y no consuela nada aunque si abre con su haz de luz plateado lo más recoveco de este sufrimiento. En esta pernocta del sueño roto, en donde todo cae y nada vale; en donde todo pierde el sentido: que de la tierra a la luna pondrán los rieles del tren, que el cielo cambiará su camuflaje azul por el violeta y que las sirenas y las hadas dejarán de ser mito. Todo podrá tornarse distinto, pero ya nada importa en este sueño roto: todo pierde el sentido.
¿VIVIR EL PASADO?
Querer vivir el pasado es aniquilar con una daga mohosa los bellos colores que irradia el crepúsculo del vivir a cada instante. Quedarse en el pasado es darse un sorbo largo de melancolía; es darle un abrazo a una sombra mustia y muerta. Quedarse en el pasado es ponerse un abrigo desgarrado en un perpetuo invierno, porque todo pasado, pasado está, y éste dio sus caras alegres y tristes, sus momentos versátiles, sus risas y sus llantos, y sus frutos. Querer quedarse en él es cargar con el arduo peso de que ya somos libres; es sepultar el árbol de la vida, hasta su sombra (lo que somos y seremos). Quedarse en el pasado es vivir un infierno, porque éste no es más que una moneda inválida, una flor marchita, un canto de ceniza, polvo acre de lo que en un tiempo fueron los huesos del tiempo. Quedarnos allí es consumir con el fuego de la ceniza los bellos momentos del presente.
¿EN DÓNDE ESTÁS?
¿En dónde se escondió la fecunda madrugada de recuerdos, las caricias de la luna en el azul archipiélago? ¿En dónde se ocultó la lumbre? Pues arcano es lo que a diario se divulga en las calles y plazas. Deliran mis ideas, se entrechocan mis sueños. ¿Adónde voló aquella ave? Tan sólo quisiera ver su silueta y no morir ahogado en el trasfondo de la tierra. ¿Dónde está el árbol en el cual se asentara la alondra de mi corazón y el suspiro de mi mirada? Se desintegra mi vida en diminutas arenas esperándole e imaginando que llega. Mis esperanzas rayan cada día más en lo posible: caudal de palabras que me parecen mofa. Entretanto un mar de espejismos me ahoga en disoluciones, convirtiendo mi vida en un cuento lleno de vagas alucinaciones. ¿En dónde está? ¡Oh! ¿En dónde se encuentra? Y es que deseo que cruce el umbral de lo incierto y haga de mí las mil novelas. Empezar juntos como aves a soñar despiertos. Darle alegría a la tristeza. Convertir lo posible en cierto. Deshacerme de todo anhelo y hacer de ella mi pensamiento.
ABSÓRBEME, VIENTO
Absórbeme, viento. Llévame contigo debajo de tu silencio, de tu invisible abrigo. Desarraiga mi alma y hazla volar como papel hasta que se hunda en el espacio. Llora conmigo y mis ideas. Despiértame. El latir yace muerto y sangra sus últimas y lúgubres palabras patéticas. Eleva al cielo mis lágrimas y no las dejes morir en lo húmedo de esta tierra. Sílbame palabras y versos que por un momento traguen las grietas de mi pecho. Móntame en tu silla y cabalguemos juntos con o sin velocidad: ¡no importa! Pero trasládame por los desiertos de esta vida esparciéndome como ceniza por las tierras desoladas y embriagadas de penumbras. Invádeme con tu alegre tristeza, con la cual sacudes a los recónditos montes. Sopla el velamen y hunde esta mi vida en el llanto de tu canción que camina a sola por la herida tierra y déjame exento de mi planeta. Déjame plasmado en tu universo y resígname quedar en el olvido, haciendo escuchar también mi silencio.
VENDAS OBSOLETAS
Vendas obsoletas, por eso al caminar dos pasos se ven caer las lunas, los castillos y toda creación del ensueño. Porque no hay sueño sino una espada adherida donde residen los pulsos de los ojos indelebles. Y hecha el tiempo callos, callos amargos. Porque se hace espinoso ver todo cuando se están desplomando los pétalos sonrojados de los ojos que ya no duermen.
CAUTIVÁNDOME ME LIBERASTE
Ardían las cadenas de mis interiores. Ardía el sepulcro que me guardaba. Ardía agrio hasta el aliento que me sostenía. Ardía la llama y yo fui las cenizas. En esos entones apareciste con una rara manera de desprender ademanes, cual cólera del encanto, cual beso sublime que de toda razón nos aleja. Y viendo tus ojos de fuego al compás de los movimientos de tus alas, fueron como al suelo cayendo las cadenas que me aprisionaban. Y sin esperarlo, como a ti me crecieron las alas, entonces fue cuando me di cuenta que cautivándome me liberabas.
NAIPES EMBRIAGADOS
Naipes embriagados con las cartas del que duerme. Algunos con el corazón rojo, otros con la vida de cuadros y yace una parte moribunda con el corazón ya negro. ¡Pero todos!: dejan sus huellas en la pista calorosa. Y creen jugar el juego de su vida. Y creen que se viran y esperan su suerte, ignorando que la brisa es el semblante de los castillos invisibles que pasan, ignorando que hay dedos fuertes, muy fuerte que viran a su modo sus frágiles cuerpos.
UN INSTANTE
Un instante llega y me abrasa y vibran como cuerda de guitarra los interiores de mi corazón. Un instante con un hermoso canto de colores que hacen que mi piel se pierda en lo oscuro de la brisa. Sublime pero desconocido su canto de luna dormida, aunque sé que lleva en sus manos la esencia de una flor cantando. Instante con ojos y manos con lunas y soles con voz de ocaso y ardiente pasión como ninguna. ¡Instante! Tan breve pero lleno tantas cosas; instante, glorioso instante que trato de atraparlo en mi jaula de espuma, pero nada consigo sino sólo contemplarlo por un instante, y con lazos azules de mi ser, le hago centenares de amarras, pero nada consigo sino sólo abrasarlo por un instante.
TU VIDA ES UN CUENTO
Tu vida es un cuento, de esos que son pura fantasía. Tu vida es un cuento; un castillo enorme a base de cerillas; un hermoso camino asentado en el aire; un fantasma que a la realidad le huye; una historia preciosa que como espuma en un vació se hunde. Tu vida es un cuento pincelando la nada; una búsqueda magnética de alguna formula que te ayude a no tocar la tierra. Tu vida es un cuento fantástico. Y nada real allí se acerca; tu vida es así, como lo es también tu pasión. Todo en ti es un pan fantástico muy bueno para que se lo coman las aves.
LLUVIAS Y NIEBLAS
Nieblas y lluvias envuelven esta noche en un paño de melancolía; paño: suave y tétrico, agrio y dulce que me envuelve en las brisas tristes de la noche. Porque cae menuda como pensante arrastrando historias, la lluvia. Y baña la noche y un rincón de mi ser, con los cuerpos, las canciones y los momentos: recuerdos que no se conforman con vivir en los días fenecidos. Y algo camina entre las finas gotas que descalzan el alma; quizás, un fantasma o una ilusión óptica de esos espejismos que reflejan lo añorado.
LLUVIAS DEL ALMA
Lluvias, lluvias del alma; lluvias que sangran y son la voz de alguna alma herida. Lluvias frenéticas e incontrolables que hablan de una hermosa esfera, pero de radiante dolor. Lluvias, lluvias elegidas como para representar el duelo de Dios. ¡Lluvias! De un ser que llora por algo tan blando y tan hondo como lo es el amor.
La lluvia es un relámpago que en una fosa sentimental nos hunde. La lluvia es coraje y los acordes de alguien que en su lucha azul persiste. La lluvia es el encanto desfragmentado escrúpulosa-mente, y todo instrumento de melodía honda los une. La lluvia puede ser él, como puede ser ella, porque es un espejo: ¡espejo de espadas! La lluvia es un mundo tejido en diamantes que danzando se diluye; un campo de libros inéditos; el paseo por la sinfonía honda e insonora ante toda lógica. La lluvia es tantas cosas como las tantas gotas que la reúnen. Por eso muchas veces es una distancia que nos cubre; la canción que en los labios del deseo se deshace; la noche de caracol que triunfa sobre el baile alegre del alma. A veces canta con la alegría reluciente de trillones de estrellas. A veces solloza. La veo llorar como niña, llora hasta al fondo, hasta irse toda escurridiza por las alcantarillas amargas; pero casi siempre toca los acordes de mis más recovecos adentros.
FUEGO DE MIL ESPADAS
El cielo se abrió como una carta y en él apareció la luna. ¡Oh, la luna narrando con el fuego de mil espadas! Se fue el sol con sus últimos alaridos, volando opaco en el ocaso. Ahora la noche se abre como papel perfumado y la tierra empieza a beber el vino que la luna con sus exhalaciones le manda. Y yacen en las calles niños contentos, aunque descalzos y desnudos. Parejas felices en tóxicos idilios. Versos que caen como hojas y desde una vieja mecedora la nostálgica mirada de un anciano fotografía aquella moneda blanca que ahora le ofrece el vuelo a todo aquel que desee ir a mundos inéditos. ¡Todos parecen felices, hasta las piedras que en sus bocas de alcohol estrujan algunas palabras! ¡Y todo parece hundirse en las blancas olas de la placidez! Excepto mi espíritu que algo lo corroe; algo surca inquietando las frondas de mis interiores; algo que me deja pensativo como el espacio hoy plateado, y es a lo mejor un rostro de esos fantasmas que creí olvidado, pero que hoy se hace eterno como esta noche envuelta en la luna.