Por
Pedro Ovalles
Moca, capital de la
provincia Espaillat, República Dominicana, siempre ha sido un baluarte cultural
y literario en nuestra nación. Desde el siglo XIX, cuando la comarca fue
elevada a provincia (1885), comenzó, desde esos inicios, enalteciendo el
panorama literario dominicano. Específicamente en el renglón literario, la
historia literaria del país no se puede contar ni escribir sino se toman en
cuenta los aportes que ha dado Moca como municipio, hoy denominado con mérito:
capital cultural de la República Dominicana. De Moca es el Presidente de la
Academia Dominicana de la Lengua Española, el Dr. Bruno Rosario Candelier, y para
nosotros los miembros del Taller Literario Triple Llama, es el crítico
literario más importante que en la actualidad tenemos dominicanos en plenas
facultades reflexivas. Además ha fundado, y sigue siendo su mentor y guía, el
movimiento literario más influyente de las últimas décadas en Dominicana: el Interiorismo, cuyos postulados estéticos y objetivos, se centran en potenciar en la creación
literaria tres dimensiones: lo metafísico, lo mítico y lo místico. Dicho
movimiento literario tiene extensiones en toda Latinoamérica y en Europa, como
es el caso de Italia y España.
De
Moca es Julio Jaime julia, padre de la cultura mocana, uno de los antólogos más
importante de todos los tiempos de nuestra nación. También tenemos a Aída
Cartagena Portalatín, la poeta más significativa de los últimos tiempos de la
patria de Pedro Henríquez Ureña y de Juan Bosch, y la voz femenina más vigorosa
de las últimas décadas; diría de todo el siglo XX. Tan sólo esos tres
escritores dominicanos dan una idea lo bastante meridiana del sitial de Moca en
la historia literaria de nuestro país. El primero aún está en plena capacidad
como exegeta de autores nacionales e internacionales, y aún vive en Moca. El
segundo y la tercera ya fallecieron. Los tres tuvieron algo en común: nunca
abandonaron su municipio; siempre, cada fin de semana, regresaban a su lar
nativo a reunirse con la juventud estudiosa para orientarle e iluminarle su
talento. Desde aquí hacen y han hecho su obra literaria, lo que ha permitido
que sirvieran, o sirven –el que está vivo aún sigue– orientando y estimulando a
las distintas generaciones de jóvenes escritores de la provincia. Así como
ellos hay otros, no menos importantes: todos tienen una obra significativa
hecha que les ha valido para figurar en las más prestigiosas antologías
nacionales en los distintos géneros de la literatura dominicana, como el Dr.
Juan Alberto Peña Lebrón, autor de un hermosísimo poemario titulado Orbita inviolable (1953), miembro de la
Generación del 48.
Otro
escritor mocano de valía y reconocido nacional e internacionalmente, excelente
ensayista, promotor cultural y poeta, es el ex-Ministro de Cultura José Rafael
Lantigua, a quien le cabe la gloria de darle formal inicio en Dominicana, como
en la actualidad se hace, a la Feria Internacional del Libro y la Lectura, la
más importante de todo el Caribe y, probablemente, la más bien lucida en libros
y visitantes escritores extranjeros, cuyo montaje, año tras año, se efectúa siempre
con novedad y mucho júbilo. El precedente escritor mocano mencionado, hombre
poseedor de un amplio abanico cultural que le hace merecedor de llamarle:
culturólogo, pues puso la base del más entusiasta e importante evento cultural
de los dominicanos. Esa efervescencia literaria, esa tradición siempre en in
crescendo, enriqueciéndose cada día más, con algunos breves periodos de
cansancio como es natural, hace posible que en el municipio se celebren
constantemente eventos literarios, que siempre haya un grupo de jóvenes
forjándose como cultores de poesía, plástica, teatro, música, narrativa y drama.
Moca
ha dado excelentes narradores, artistas del pincel, músicos, escultores, educadores,
actrices, actores, decimeros o cantores populares; aquí podemos poner de
ejemplo a Juan Antonio Alíx, el cantor popular más importante que ha tenido la
República Dominicana, oriundo de Moca. En la actualidad existen grupos
culturales, literarios, de estudio de la historia dominicana, de filosofía;
organizaciones que concentran la juventud de vocación diversa: poetas sobretodo.
Esas inquietudes intelectuales y
artísticas, han hecho de Moca, como capital de la provincia Espaillat, un nido
de creadores, lectores, tertuliadores de variados temas, por lo que no hay un
fin de semana, comenzando desde el viernes, que no se realicen coloquios,
recitales, presentaciones teatrales, cine fórum, puesta en circulación de
libros, conferencias, entre otras actividades más de carácter intelectual y
artística.
El
Taller Literario Triple Llama, como todos los demás Talleres de las diferentes
provincias y municipios del país, surgió como una necesidad para darle espacio
y respuesta a la juventud lectora y creadora de nuestra provincia, y como
espacio literario, de naturaleza cultural, literaria y educativa, funciona
primordialmente con el objetivo de estimular, pulir y formar la vocación
literaria de sus miembros, y para tal fin, el Taller planifica y realiza
programas de actividades en los colegios, escuelas, liceos e institutos de
jóvenes que estudian carreras técnicas. En coordinación con la Dirección
provincial de Cultura, se efectúan recitales poéticos, paneles sobre literatura
dominicana, conferencias, coloquios: todos con jóvenes estudiantes donde se
tratan temas literarios de interés para
promover el hábito de la lectura,
el conocimiento y el cultivo literarios. Estos encuentros sirven para reclutar
los que tienen vocación literaria y, lo más importante, de una vez se invitan a
formar parte del Taller y llevar a las reuniones sus creaciones para ponderar
sus valores y proporcionarles sugerencias útiles para su posterior desarrollo
como escritor.
Los Talleres
Literarios en la República Dominicana nacieron en los años sesenta, y surgieron
como necesidad de cohesionar a la
juventud lectora, creadora y crítica. Como tuvimos un dictador (Rafael Leónidas
Trujillo Molina), desde el 1930 hasta el 1961, fecha en que fue ajusticiado,
casualmente por mocanos –los dos
dictadores que hemos tenido han sido decapitados por mocanos:
uno de ellos cayó ejecutado en el municipio de Moca, a pocos metros del
domicilio del Taller Literario Triple Llama, cerca del Colegio Porfirio
Morales, Córdova #83–; pues en ese periodo de represión y retroceso
democrático, de constricción de los derechos humanos, la juventud estuvo con
las inquietudes frenadas, amordazadas mejor dicho, aunque en el transcurso de
ese régimen déspota, surgió el grupo poético más fértil y trascendente de la
literatura dominicana: la Poesía Sorprendida. Dos poetas mocanos
formaron parte de ese importante movimiento poético: Manuel Valerio y Aída
Cartagena Portalatín. Ésta es la autora de la novela más culta de la Literatura
Dominicana: Escalera para Electra. Fue finalista del Premio Biblioteca Breve de la editorial Seix Barral en
1969. Esta autora formó parte del jurado en el Premio de Casa de
las Américas, en La Habana (1977). Es la
escritora dominicana más antologada y estudiada del siglo XX. Sus obras
poéticas son las siguientes: Víspera del sueño. Santo Domingo: Ediciones de la
Poesía Sorprendida, 1944. Del sueño
al mundo. Santo Domingo: Ediciones de la Poesía Sorprendida, 1945. Mi
mundo el mar. Santo Domingo: Editora Stella, 1953. Una mujer está sola.
Santo Domingo: Editora Stella, 1955. La voz desatada. Santo Domingo:
Editora La Nación, 1962. La tierra escrita. Santo Domingo: Editora Arte
y Cine, 1967. Yania tierra. Santo Domingo: Colección Montesinos, 1981. En
la casa del tiempo. Santo Domingo: Universidad Autónoma de Santo Domingo,
1984. Y si nos ponemos a detallar los pormenores de los galardones nacionales e
intenacionales que también ha merecido nuestro Presidente de la Academia
Dominicana de la Lengua Española, el ya mencionado Dr. Bruno Rosario Candelier:
maestro, mentor e iluminador del autor de estas notas, se extendería mucho más
de lo previsto este modesto discurso sobre Los Talleres Literarios Dominicanos:
origen, contexto, naturaleza y objetivo de los mismos, sin obviar algunas
pinceladas sobre el quehacer literario del lar nativo del autor de este texto.
Los
Talleres Literarios, como los clubes culturales, fueron la válvula que hizo
posible la salida libertaria o sin cortapisas ideológicas de revistas literarias,
de arte y de otra vertiente del pensamiento dominicano de la época. Salieron a
la luz pública, sin restricción, nuevos periódicos de circulación nacional y
local, conteniendo suplementos literarios, comentarios críticos de obras
literarias vernáculas y foráneas, opiniones disidentes de las estructuras
sociales y cuestiones políticas: una novedad para la época. Comenzaron a aparecer en esos medios de
comunicación textos poéticos, narrativa, teatro, filosofía, historia, política;
todo esto sucedía sin que la capital de la República (Santo Domingo)
monopolizara las ediciones, las actividades literarias, las relaciones
internacionales de carácter cultural. Los jóvenes de todas las edades y de
todas las regiones del país, se dedicaron a crear espacios literarios e
intelectuales en sus respectivas comarcas y provincias, espacios que sirvieron
de canalizadores de esas inquietudes. Así se fue conformando la naturaleza de
los llamados Talleres Literarios de la República dominicana: cenáculos para la
inter-estimulación, compartir expectativas intelectuales, intercambiarse libros
a modo de préstamo desinteresado por algunos cuantos días hasta que se lean,
socializar conocimientos diversos, sobretodo literarios, comentar obras y
autores, organizar recitales poéticos, publicaciones individuales y colectivas,
darles recepción a autores ya consagrados y glosar su obra, promover en los
centros educativos el sano hábito de la lectura y la escritura ajustada a la
normativa del idioma, revisar el uso de la lengua en los textos presentados de
los miembros del Taller y ponerlos a la consideración de toda la membresía. Esto
se hace para corregir y sugerir, ayudar a usar la lengua lo mejor posible y
detectar las novedades artísticas de las creaciones puestas a la consideración
del grupo. Se hace con plena libertad, de manera lúdica, colectiva: es un
ejercicio de ayuda recíproca; por eso la asistencia a las reuniones es
personal, libre, sin sanción alguna, sólo que si alguno se aleja por más de un
mes sin justificación alguna ya con eso estaría demostrando que su vocación no
es tal, que carece del interés requerido para permanecer alimentando y
enriqueciendo su talento: da muestra de deserción en el quehacer literario. Por
eso los Talleres Literarios en Dominicana son como los buses, o “guaguas
concho” como les decimos nosotros los quisqueyanos a los vehículos que
transportan personas de un pueblo a otro: tanto entran como salen personas o
pasajeros; pero siempre, en estas congregaciones literarias (los Talleres), hay
un grupo que permanece. Con el tiempo, esos que vencen todos los obstáculos del
medio y no le dan tregua a la vocación literaria, robustecen su afición con
buenas y selectas lecturas de todos los continentes y nacionalidades, pues
serán los verdaderos escritores que continuarían y sustanciarían la tradición
literaria y darían aportes
significativos a la historia literaria del país. Dijo: “los que vencen todos
los obstáculos”, porque nosotros los que dirigimos los Talleres, y los propios
miembros de los mismos, somos personas humildes, desposeídos de bienes
materiales, que a duras penas logramos estudiar, y lo hicimos a base de muchos
sacrificios, teniendo mucha fuerza de voluntad, y lo poco que hemos hecho y
estamos haciendo en favor del crecimiento intelectual de nuestra nación,
específicamente de los jóvenes estudiosos y de nobles ideales, lo estamos
haciendo porque creemos en la regeneración moral e intelectual de los pueblos:
creemos en lo humano como creemos que la esperanza siempre hay que tenerla, que
aunque no se coma, nos mantiene permanentemente con sensibilidad social y ánimo
de avanzar en la consecución de las metas perseguidas, parafraseando a Gabriel
García Márquez.
Libre
es el hecho de leer cualquier autor, frecuentar la estética que desee, la
ideología que quiera, la forma idiomática que guste, siempre y cuando los
textos literarios tengan valor estético, calidad artística. Cada Taller tiene
su coordinador o director, su fundador y mentor, que por lo regular tiene
libros publicados, que posee experiencias en el quehacer literario, que dispone
de relaciones vernáculas e internacionales. Cada Taller se registra en la
Dirección Nacional de Talleres Literarios del Ministerio de Cultura de la República,
para que tenga carácter de legalidad y reconocimiento estatal. Por eso el
Taller Literario Triple Llama cada vez que se celebra una Feria internacional
del Libro y la Lectura en Santo Domingo, o Regional, o interna en la nación,
siempre tiene un rol protagónico: recitando poesías sus miembros, o
participando en tertulias, paneles, encuentros de escritores noveles, o
teniendo encuentros con escritores ya consagrados para conocer mejor su
pensamiento literario y aprender de su formación literaria. Son diversas las
formas de participación de los miembros de un Taller en una Feria del Libro y
la Lectura en Dominicana. Cada taller tiene su lema. El nuestro es: Libertad Estética e Ideológica.
Las
reuniones se transforman en orgías líricas, rituales lecturales, veladas
filosóficas y comentarios analíticos. A medida que aumenta el entusiasmo por el
cultivo y la lectura literarios, cada miembro espera con ansia el sábado o el domingo para asistir a esos
cónclaves y leer sus creaciones, compartirlas o socializarlas con los demás
compañeros. Esa libertad de participación, trabajo creador y formador, le abre
el paso cada día más al mundo de la literatura y se construye el camino que
cada quien transitará de manera personal, ciclo que se va repitiendo generación
tras generación, década tras década; entonces la tradición literaria se
mantiene y se aquilata con nuevos
autores y nuevas obras: verdaderos talentos literarios, también significativas
creaciones que van a engrosar el cofre valioso de la literatura dominicana.
De ahí que todos los autores nuestros
se han formado y salido de agrupaciones literarias como son los Talleres,
organizaciones de escritores que se forman de manera espontánea, y que luego
cobran cuerpo y se convierten en moradas de vocaciones, hombres y mujeres con
preocupaciones parecidas, de sensibilidad común y altamente humana, que inmediatamente
se incorporan a la vida pública republicana, pues son reconocidos por sus aportes al
desarrollo espiritual y material de la nación. Este enfoque puede hacer creer a
cualquier lector de estas notas que nuestra literatura tiene un desarrollo o un
florecimiento extraordinario, y que el mismo, su proceso, es bien conocido en
el extranjero, y no es así esto último. Me explico: nuestra literatura tiene un
buen impulso, contiene obras y autores de relevancia, de valores literarios ponderables,
esto lo digo por la calidad de su lenguaje y por los juicios de autores
exegetas de otras latitudes. Lo digo, además, por el interés que se está
poniendo en el extranjero por nuestros autores. En cada Feria Internacional del
Libro y la Lectura celebrada en Santo Domingo todos los años en el mes de
abril, hacen presencia escritores
célebres de diferentes naciones y continentes, y el interés que ponen por las
obras de nuestros escritores, demuestra que si se difundieran más las
creaciones de nuestros autores en playas extranjeras como debiera ser, y como
es la responsabilidad del Estado, mejor sería el conocimiento que los
extranjeros tuvieran de nuestra literatura. Creo que la nuestra tiene la valía
necesaria para penetrar en el gusto de lectores foráneos y ocupar el lugar que
se merece como literatura de aportes significativos a la de Latinoamérica. Un
solo ejemplo de lo que digo lo constituye el caso del poeta de los años 80 José
Mármol, ganador del Premio Nacional de Literatura 2013, también obtuvo el Premio Casa de América de Poesía Americana por su obra
Lenguaje del mar, y nada más basta leer lo que dice la
nota de prensa fechada en Madrid, España, pocos días después de conocerse el
veredicto del jurado. Leamos: “El premio, que cumple su edición número doce, es
convocado por Casa de América y está dotado con seis mil euros (unos 7,500
dólares) además de la publicación del poemario por la editorial Visor. El
galardón tiene como objetivo “estimular la escritura poética en el ámbito de
las Américas”. El jurado que falló el galardón destacó del premiado “la madurez
lírica de un poeta que aborda el tradicional tema del mar con voz propia”. “Los
paisajes marinos permiten una meditación interior siguiendo los retos
planteados por poetas como Pedro Salinas, Rafael Alberti o Juan Ramón Jiménez”,
subrayó el jurado.
De este poeta, nacido en una provincia
próxima al municipio de Moca, La vega, y
que pertenece a nuestra generación de los años 80, me permito transcribir dos
poemas suyos que se han convertido en himnos para los jóvenes poetas de los
distintos Talleres Literarios del país. Se titula el primero: Esquicio
del vuelo. Leamos: “voy a dibujar un pájaro que es su mismo
vuelo. y un vuelo que aún no tiene pájaro. vuelo que se crea con su pájaro. pájaro
agotado en los tonos de su vuelo. no voy a dibujar un pájaro volando sino al
mismo vuelo dibujándose. y en mi turno de sentirme dios. voy a crear un himno
para el viento y la memoria”. El otro se titula: Otra vez un poema. Leamos: “Cada palabra es una flor que aborrece su
forma y su olor desprecia. cada flor es una voz. un lenguaje abierto a la
piedad. al amor. al tedio. un cosmos reunido en una breve mancha nacida para el
aire. tímido latido del inmenso letargo celestial esa flor. un vagido tal vez
de algún dios corrompido. por la estirpe de barro soplado y su alfabeto. cada
palabra es una flor que aborrece su forma y en el instante queda”. Para
finalizar con José Mármol, ahora leamos el poema: Azul del mar, contenido en el poemario Lenguaje del mar, ganador del referido certamen literario en España.
Leamos: “Azul es el color de lo serenamente
bello,/ de cuanto se asemeja a la perfección de Dios./ Azul cielo. Azul mar/
Azul el camino de la convicción y la certeza./ Azul, cómo no recordarlo,/ese
azul del metileno que azuzaba los delitiros/ en la estación infante de la
fiebre y los sollozos./ Veo aldabas de puertas y ventanas sin tiempo./ Aldabas
contra el miedo. Aldabas de ilusión./ Aldabas insinuando el perfil de su
vigor./ Metales en las puertas de mi barrio de polvo,/ espacios donde oculta la
tristeza su pudor./Azul es el tamaño de la fascinación./ Azul es el calor de la
arena de tu pecho./ Azul como mi casa de la infancia, enfermo y solo./ Azul
cielo. Azul mar”.
En esta parte de esta
disertación es conveniente resaltar el hecho que Mármol, poeta aludido
precedentemente, es un fruto de los Talleres Literarios. Fue miembro en sus
años de estudios universitarios del Taller Literario César Vallejo de la
Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), y tuvo la responsabilidad de
dirigirlo por unos cuantos años en la década de los 80, y en tal década fue
donde más pulularon y se desarrollaron a nivel nacional los Talleres
Literarios. Hay que destacar, por igual, que el Taller César Vallejo de la UASD
es el tercero como fundado en su género, coincidiendo con la formación de la
Extensión Cultural de nuestra Universidad Autónoma. Según el Presidente de la
Academia Española de la Lengua, el primer Taller Literario fundado en el país
se denominó Littera, y a quien le
cabe la gloria de ser su fundador es al Dr. Bruno Rosario Candelier. Una prueba
de ello es el poeta, narrador y ensayista José Enrique García, que inició su
producción en los años 70, quien formó parte del pionero y mencionado Taller
Literario de la República Dominicana en Licey al Medio, municipio de Santiago
de los Caballeros. Luego le sigue en segundo lugar como precursor el Taller
Literario Octavio Guzmán Carretero de Moca, y el autor de estas notas es uno de
los fundadores del mismo al final de la década de los años 70. En la
Universidad Autónoma fue donde comenzó el más potente y fértil movimiento
cultural dominicano, convirtiéndose en bastión y vanguardia cultural,
artística, educativa y política de la nación. En 1966, y todos los años 70 y
80, y los en los inicios de los 90, se vivió en República Dominicana un periodo
de represión y concentración de todos los poderes del Estado por parte de un
partido político que creó una llamada “Banda colorá” (el símbolo de ese partido
es el color rojo), y tal Banda o grupo de civiles al servicio del gobierno de
turno, azotó a los jóvenes estudiosos y cuestionadores o disidentes del statu
quo vigente, torturando y asesinando a la mayoría de ellos, solamente porque se oponían abiertamente al régimen represivo encabezado por el Dr.
Joaquín Balaguer, y quien era el Presidente títere cuando decapitaron la
tiranía trujillista un 31 de mayo de 1961, y es bueno recordar, igualmente, que
fueron los mocanos quienes más participaron en ese tiranicidio.
Por eso, la juventud
más preparada académicamente hablando y consciente del momento histórico que
vivía la República Dominicana, se recluyó en el movimiento cultural dominicano,
y la UASD fue la sede, como ya se dijo, de tal efervescencia ideológica,
cultural, artística y política. El poeta Mármol vivió todos esos avatares. Y
los que vivíamos y aún vivimos en las provincias, teníamos contactos con los de
Santo Domingo, específicamente con el movimiento cultural y artístico de la
UASD. Fue así, pues, que Moca también fue y sigue siendo un referente
importante en los inicios de los Talleres Literarios dominicanos. El fundador, mentor
y guía del Taller Octavio Guzmán Carretero de Moca (primer Taller Literario
fundado en Moca) fue el Dr. Bruno Rosario Candelier, quien era y sigue siendo
nuestro preceptor y paradigma en lo referente a lo literario. Octavio Guzmán
Carretero fue un importante poeta mocano de renombre nacional, que frecuentó
varios grupos literarios como el Postumismo y la Cueva, y que con un solo
poemario editado en el 1939, está considerado el más importante pionero en
introducir en la poesía dominicana los movimientos de vanguardia. El autor de
estas líneas realizó un estudio de la vida y obra de ese poeta mocano, y
aparece en su libro de ensayo que editó el Ministerio de Cultura en 2009: Lenguaje, utopía y creación, y ha
demostrado que, para esa fecha en los años 30, Carretero conocía o leía con
fruición a los poetas españoles de la generación del 27. El caso más patético son los ecos de la
poesía de Federico García Lorca en el poemario de Carretero: Solazo. Lo podemos percibir cuando vemos
la osadía de sus imágenes y símbolos, los desplazamientos semánticos: muchas de
sus metáforas y sinestesias tienen un sabor lorquiano. Aunque es una poesía de contenido sociopolítico
(en nuestra opinión, el pionero en la poesía dominicana de esa vertiente o
modalidad), supo hacer una poesía altamente artística, con una densidad poética
asombrosa; pero lo que más sorprende es el hecho de hacer una poesía
circunstancial de evidentes referencias históricas y políticas, y aquí está
nuestro asombro y el de muchos exegetas dominicanos: el nivel de artisticidad
produce un placer estético que atrapa el interés del lector y hace que todo el
poemario perdure y sea un referente obligado para las nuevas generaciones. No
escribió un solo poema que no sea digno de ser antologado. Murió a los 33 años,
y ya a esa edad dominaba la Lengua Española con maestría. Fue un autodidacta. A
los 24 años escribió su único poemario. Cuando murió en 1948, todos los
periódicos de circulación nacional y local hicieron eco de su fallecimiento.
Después de
lo anterior, que puede verse como una digresión necesaria, no podemos dejar de
resaltar algo muy importante que está sucediendo en República Dominicana, y que
tiene que ver con la atención que se le está poniendo a la educación pública y
privada. Desde hace algún tiempo, la sociedad dominicana venía exigiendo que se
pusiera la Educación como prioridad nacional y que se invirtiera en ella el 4%
del Producto Interno Bruto (PIB). Ya los dominicanos estamos disfrutando de esa
conquista. El Ministerio de Educación posee los recursos económicos necesarios
para ejecutar planes, como lo está haciendo, que motiven a los estudiantes a
leer y a usar lo mejor posible el idioma. Para esos fines se realizan en las
escuelas, liceos y colegios, sectores público y privado, Olimpíadas de Lectura
y Ortografía, en las cuales, con mucho entusiasmo, los jóvenes estudiantes
compiten unos a otros, poniendo en práctica sus habilidades en el análisis literario, la
calidad, la profundidad y cantidad de los conocimientos literarios disponibles.
Ellos demuestran ante los jurados examinadores las competencias que tienen en
el uso escrito y oral de la Lengua Española y la Literatura en general. Estos
certámenes crean una base importante en los jóvenes estudiantes para que luego,
los que tienen vocación literaria, ingresen a los Talleres Literarios y se
desarrollen, recibiendo la orientación y el estímulo necesarios para que
encuentren o construyan su propio camino y puedan edificar con su talento y
dedicación a la lectura y la escritura las huellas o las obras que lo van a dar
a reconocer como escritores de valía en la historia literaria dominicana.
Después de
todo lo antes expresado, es conveniente terminar estas sencillas y escuetas
ideas, enfatizando el deseo que tenemos los dominicanos: que tres importantes Ministerios
aúnan criterios y esfuerzos para que juntos, con todos los recursos materiales
y humanos que poseen, emprendan una ardua labor de difusión de nuestros
escritores en el exterior. Urge la necesidad, cuanto antes, que nuestro Estado,
a través de esos tres Ministerios, Educación, Cultura y Relaciones Exteriores, diseñe
una ambiciosa política de difusión de nuestra literatura nacional por todos los
continentes. Que las obras de nuestros jóvenes talentos literarios lleguen a
las distintas urbes extranjeras y que, por igual, las obras de nuestros autores ya consagrados
se den a conocer en el extranjero. Esta labor la tiene que encabezar el
Ministerio de Relaciones Exteriores con la colaboración de los dos Ministerios
mencionados anteriormente. Mientras tanto, los que estamos como orientadores y
a la vez como hacedores de obras de ficción, tenemos que hacer todo lo esté a
nuestro alcance para ayudar, desde nuestro terruño y con la colaboración de
amigos dentro y fuera de nuestro país, a los jóvenes que demuestren poseer
vocación para la Literatura. Tenemos conciencia de nuestras fortalezas y
debilidades, por lo que no descasaremos de hacer lo humanamente posible para
que nuestra literatura sea conocida en el exterior.
Desde el
municipio de Moca, provincia Espaillat, República Dominicana, los miembros del
Taller Literario Triple Llama, le damos las gracias al ilustre escritor hermano
de Madrid, España, Enrique Gismero, y a todos sus amigos que de una forma u
otra colaboran para que nosotros aquí en República Dominicana estemos disfrutando
de su amistad y su probada generosidad.
Municipio de Moca, provincia
Espaillat, República Dominicana, 14 de marzo del 2014.
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