jueves, 16 de junio de 2011

TEXTOS INEDITOS DEL DECIMO POEMARIO DE PEDRO OVALLES

FICCIÓN 1
_____________________________________________________________________________________
No me digas que vas a leer mis versos. Es lamentable decirte que no se entienden como se puede deliberar una simple crónica. No están hechos para informar. Mis versos no son de palabras. Éstas sólo son la cáscara que resguardan mis llamaradas. Son el fuego que incendia tu pensamiento. Sólo los has leído cuando su dinamita explota en tu interior, cuando hace carbón la madera de la casa que te cobija. Cuando sientes el humo de tu chimenea, el silencioso estruendo de la pólvora en tu pecho, templar la tierra que sostiene tus pies, el recorrido de las lavas por tus adentros, entonces sólo así habrás leído mis versos. Conocerás así el desastre que son mis poemas, la tibia ceniza que dejan como un remolino de brasas en las sienes. Por eso no están hechos de palabras. Están hecho de la misma materia del trueno: estallan, queman, aniquilan, eliminan la vida para que surja otra vida. Tú serás otra después que llegue el invierno y apague los leños. Por eso te aconsejo que no los leas como se lee cualquier poema, que olvides sus palabras. Sólo te pido que al acercarte a mis versos te dejes morir, desfallezcas en medio del siniestro. Deja que ellos respiren por ti. ¡No digas nada! Deja que el silencio electrifique tu piel, rasgue tu corazón. Mis versos son criminales; son delincuentes: te pervierten haciéndote delinquir de mil formas contigo misma. Te ametrallan en el mismo instante que intentas huir, abrir las puertas de tu primavera. Mis versos te hacen siempre la guerra. No te dan tiempo para que pidas auxilio. Mis versos son tu homicida.

FICCIÓN 2
_____________________________________________________________________________________
No puedo decir del todo que estos poemas son míos. Tienen el ritmo de cada poeta que he leído. Mis poemas son un arenal. Candentes y fríos a la vez. Mis poemas son como la orilla del mar. Cada grano de arena es un eco lejano, una música venida de no sé dónde. Mis poemas son originales porque Alguien entró a mi interior y tomó de mi sangre (que es su propia sangre) y los escribió desde tiempos muy lejanos. En sus grafías se puede percibir la resina de los años, el tejido del tiempo hilvanando la eternidad. Mis poemas son auténticamente míos por negación a su origen: surgen de un manantial donde confluyen diferentes aguas. Mis poemas germinan del azar. Son un brote repentino de lavas. Son un volcán en permanente erupción.

FICCIÓN 3
_____________________________________________________________________________________
Estos versos los firmo sin tener que escribirlos. Cuando los leo, me resisto a decir que son míos. Los escribo sin tener que mover los dedos. Impresos en la piel del tiempo los he visto desde antaño. Están esculpidos con el ámbar que emana del propio tiempo. Y mucho antes de tú decir que son míos, antes de tener rótulo, ritmo y sentido, la brisa me había traído a la boca el milenario sabor de su permanencia. Yo no soy escribano. Simplemente exorcizo el silencio para que diga silencios. Por eso estos versos los firmo sin tener que escribirlos. Dejo que surjan por sí solos allá en el horizonte, lejos donde se descuelga del cielo el arco iris que pretende beberse el mar. Por eso reitero que cuando los leo, me resisto a creer que son míos.

FICCIÓN 4
________________________
Es cierto que el polvo sube hasta mi edad, que no puedo tumbarlo de mi soledad. En soledad está desde antaño. Por eso desde milenios y milenios de años yo estoy en este instante que es todos los instantes. Desde que la tierra es tierra me filtré por entre la respiración del polvo para buscar el otro polvo que hizo posible éste que soy. Desde que se arrastró el primer lagarto y se empolvó de noches, y más luego se bañó de tibieza cuando la primigenia aurora se confundió con su mirada, desde esos entonces el polvo es polvo y su voz no se oye porque su timbre es oscuro como su origen. He cavado muy hondo e innumerables veces en todos los caminos y el polvo que surge solamente logra taparme los ojos de angustia. Aun así lo veo retorcerse de dolor porque a su edad no sabe que es polvo. Yo, que cuando alzo un puñado de tierra y me ensucio la sonrisa, de una vez siento que ya no tengo los pies en el suelo, que no soy de este tiempo porque a todos los tiempos pertenezco. Alguien, con manos tan suave como la nieve y la voz tan limpia como el primer día, con los pies afincados en la eternidad, me sube a una nube y me dice al oído el polvo de su ser. Me dice cosas que al instante se vuelve polvo eterno, porque polvo perpetuo es todo pensamiento que es más que pensamiento. Es cuando entiendo que, tanto aquí aferrado al barro como allá arriba en los cielos, alejado de la ceniza, después de tocar la dulce luz en lo alto, pues no soy más que soplo, brisa que se interroga a sí misma, viento que no se cansa de buscar el viento que hizo posible que yo tuviera alas para hoy como ayer estar en otra dimensión interactuando con la voz que emana de las cosas. Por eso digo que soy más que polvo porque escucho lo que no se oye, aquello que está más allá del tiempo, más alto que las nubes; aquello que le da alma al trueno, que hace que la luz sea luz, que la tierra sea tierra, que la madera esconda algún aliento en sus adentros, y yo logre ser más que materia, y poder escuchar y hablar con el propio polvo, no con el que se escurre por entre mis dedos, sino con ese que me dice que yo fui mucho antes que él, el mismo que me incita ir más allá de las cosas y, asimismo, consiga presenciar el color que tiene la eternidad.

FICCIÓN 5
_____________________________________________________________________________________
Yo he aprendido del silencio todo lo que sé. Si sé amar fue porque aprendí a callar cuando los besos como las olas se van y vienen y sólo el chasquido de su mudez lo revelan. Cuando he tenido que romper el aire a gritos, aun así he sabido callar para que mis labios se cierren y digan más que lo que quiero decir a través del viento que comprime sus alas. He aprendido que cuando estoy solo es cuando lo tengo todo, y es así que el Todo habla por mí. Hacia mí se dirigen todas las cosas: es precisamente cuando creo que sólo yo existo. Como el mar entrando por mi boca, así mismo siento que todo el universo entra por mis ojos. Entonces es cuando me bifurco como las arenas. Aprendo que soy uno y todos a la vez. Sé que si hablo el día me va a quitar la máscara. Sólo así puedo quedar atrapado por un eterno arrebato y creer que soy agua, arena, tierra, árbol, luz, sombra, silencio, o grito. He aprendido que el silencio es el universo de donde yo vengo, y de él está hecha mi palabra, que por ser también sordina, dice más que el viento, porque aire es la mudez de la eternidad; ignota soledad donde convergen el Todo y el Uno: mutismo donde yo he aprendido todo lo que sé.
_____________________________________________________________________________________

0 comentarios: